JOSÉ MIGUEL ARRUEGO
S. Domecq / Ponce, El Juli y Cayetano.
Seis toros de Santiago Domecq, el sexto sobrero, de agradable presencia, nobles y medidos de fuerza y raza.
Enrique Ponce: oreja y silencio. El Juli: aplausos y ovación. Cayetano: silencio y dos orejas.
Plaza de La Muralla, cartel de no hay billetes en tarde de lluvia intermitente.
BRIHUEGA.- No es sólo la terna de lujo, que también, sino una amalgama de incentivos los que hacen que cada año la tradicional Corrida de Primavera de Brihuega adquiera mayor poso y notoriedad en el conjunto de la temporada.
El marco, el encuadre histórico, los alrededores, dotan al espectáculo de un singular atractivo y anima al viajero a deambular por sus estrechas calles o a divisar la panorámica del valle del Tajuña desde el mismo corazón de La Alcarria antes de acudir a su recoleto coso taurino.
Ayer la expectación se desbordó, los tendidos se poblaron de algunos rostros conocidos y el inicio del espectáculo hubo de retrasarse para que los espectadores se terminaran de acomodar en sus localidades.
Cayetano, por simpatizantes y resultado, se llevó la tarde de calle. Destacó con el capote en el tercero, del que perdió premio con el descabello, pero al sobrero sexto le dibujó un trasteo variado en el que sobresalió el reposo y la despaciosidad con que manejó la mano zurda.
Enrique Ponce cortó al que abrió plaza el otro trofeo del festejo, después de un trasteo elegante y acompasado que tuvo su cúspide en el vistoso toreo a dos manos que epilogó la obra. El Juli por su parte hizo un despliegue de temple, cadencia y suavidad con el flojo segundo y buscó la complicidad del tendido con el dócil quinto, pero en ambos perdió con el estoque la posibilidad de obtener trofeos.
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