Lunes, 16 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6329.
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¿Qué es, en el fondo, actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo? (Laurence Olivier)
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SECRETOS Y MENTIRAS
La cuestión lingüística
El PP otorga demasiada importancia a Ciutadans.El reportaje de Telemadrid era una maniobra en ese sentido -y en otros muchos-. En el caso de Barcelona, el candidato 'popular' Alberto Fernández Díaz no necesita ese tipo de ayudas, centrado en hablar de su programa.
FÉLIX MARTINEZ

Durante su mandato como secretario general del Partido Comunista de España (PCE) y coordinador de Izquierda Unida (IU) entre 1988 y 1999, Julio Anguita implementó lo que más tarde definiría como teoría de las dos orillas para lograr el sorpasso. En el famoso congreso de Suresnes, el PSOE había abandonado la definición de partido marxista-leninista, había llegado al poder en 1982 como una fuerza socialdemócrata moderada en la que las políticas económicas estaban en manos de alumnos aventajados de la Escuela de Chicago, encabezados primero por Miguel Boyer y, a partir de 1984, por Carlos Solchaga, declarados defensores del liberalismo económico, las privatizaciones y el adelgazamiento del sector público. Para cuando Anguita se convirtió en máximo responsable del PCE y de IU, además, los socialistas habían demostrado con creces que el PSOE era un partido burgués instalado en la corrupción generalizada y practicante del crimen de Estado.

En 1989 estalló el primer escándalo relacionado con el PSOE y con su financiación, el caso Filesa. Un año más tarde se conocieron los cafelitos de Juan Guerra en las instalaciones de la delegación del Gobierno de Sevilla. Aquellos escándalos eran fruto de una batalla interna entre los guerristas que siempre habían controlado el aparato del partido y los felipistas, que querían quitar de en medio a los primeros ahora que se sentían miembros del establishment.Tanto que decidieron que sus cuentas corrientes no se correspondían con las de aquellos con los que compartían a diario mesa y mantel, y decidieron corregirlo a través del uso de información privilegiada o, directamente, metiendo la mano en la caja. La biutiful, que así fue bautizada, fue el modelo que siguieron los responsables del Ministerio del Interior que ordenaron el asesinato de 23 personas y, para colmo, decidieron cobrárselo en cash.

Vista la irritación generalizada que desencadenaban los escándalos de un PSOE burgués -nada menos que Emilio Botín había bendecido la política económica del Gobierno socialista- y corrupto, Anguita recurrió a las bases teóricas de los poscomunistas italianos.El Gobierno de González sufría durante aquellos años un violento acoso del Partido Popular, que parecía haberse consolidado como alternativa del PSOE tras una travesía del desierto de más de una década. IU no podía ofrecerse como tabla de salvación a aquel partido con el que nada tenía que ver. Podía limitarse a observar desde su posición de izquierda marginal cómo el PP iba poco a poco laminando al Gobierno, o sumarse a la oposición destructiva que José María Aznar había impuesto en el partido conservador.

La teoría de las dos orillas consistía en convertir al PSOE en el blanco de toda la oposición, aprisionarle entre la izquierda y la derecha para debilitarlo. La fuerza había que medirla, sin embargo, poca presión podría dejar a unos socialistas gobernando en minoría con el imprescindible apoyo de IU. Pero Anguita sabía que González escondía en la manga el as de los nacionalistas si se daba ese paso. No, la fuerza tenía que ser brutal para que el PP ganara las elecciones y destrozara al PSOE, posibilitando el sorpasso, el adelantamiento de los socialistas por IU se convirtiera en el referente hegemónico de la izquierda. La cosa salió mal porque el PP fue incapaz de ganar las elecciones de 1996 con una mayoría cómoda, de manera que tuvo que pactar con los nacionalistas y ofrecer su imagen más moderada y europea.

El PSOE si se situó al borde del precipicio cuatro años después y arrastró consigo a la IU que Anguita ya no gobernaba. Pero los guerristas habían recuperado el control del partido y autorizaron la operación ZP que, sumada a la mala gestión del PP de los atentados del 11-M, devolvió La Moncloa a los socialistas.

Pero la teoría de las dos orillas no es patrimonio de Julio Anguita.Sí, si se aplica en el eje izquierda-derecha. Pero, en política hay muchos más frentes. Alejo Vidal-Quadras hizo prácticamente lo mismo en la legislatura autonómica catalana 1992-1995 y lograría los mejores resultados de la historia del PP en Cataluña, 17 escaños el 19 de noviembre de 1995. Vidal-Quadras aplicó la teoría de las dos orillas en el eje nacionalistas-no nacionalistas y en acosar a los gobiernos de Jordi Pujol por sus políticas lingüísticas e identitarias. En la otra orilla estaba el PSC que, aunque tenía una dirección moderadamente catalanista, tenía sus principales bolsas de votos en el cinturón rojo de Barcelona, esencialmente votantes del PSOE que ignoran la naturaleza del vínculo entre ambos partidos y que, en aquel tiempo, votaban al líder Felipe González.

Si Aznar no hubiera ganado las elecciones el 2 de marzo de 1996 de forma tan precaria, y no hubiera dependido su investidura de CiU, Vidal-Quadras no habría sido decapitado ese mismo verano y habría sido posible ver la teoría de las dos orillas aplicada por la derecha.

Ahora que se acercan las elecciones municipales y autonómicas -en las comunidades no históricas- el PP ha resucitado la batalla del catalán y la propaganda ultraderechista que afirma que el castellano está perseguido en Cataluña aprovechando algunos abusos anecdóticos. Eso sí, a través de Telemadrid, para no manchar a los candidatos catalanes. Pero esta vez, no se trata de la teoría de las dos orillas. El fenómeno Ciutadans les ha metido el miedo en el cuerpo en Cataluña, y el antinacionalismo es rentable en el resto de España. En el caso de Ciutadans es un craso error.El candidato popular a la alcaldía de Barcelona, Alberto Fernández Díaz, tenía recursos para crecer electoralmente sin que la dirección nacional del partido interfiriera. Fernández, que siempre habla de programa, podría llegar a formar gobierno municipal con CiU si mantiene su perfil dialogante, no si se rebaja a competir con Ciutadans. En el caso del antinacionalismo, la otra orilla es ERC, y ayer así lo afirmaba su candidato, Jordi Portabella, que anunciaba también que si obtiene seis escaños reclamará la alcaldía.

felix.martinez@elmundo.es

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