BARCELONA.- Meritxell y Núria alargaron la noche más de lo normal.Habían ido a cenar a casa de unos amigos en Sants, salieron después a tomar unas copas en el Port Olímpic y a las 3.30 de la madrugada esperaban «encantadas» a que llegara el Metro que las llevaría a casa, en el Eixample.

Como ellas, otras 25.000 personas ejercieron de usuarios del Metro de madrugada que el sábado abría por primera vez las 24 horas. El éxito de la jornada fue absoluto y, aunque criticada por electoralista, la medida sirvió para que muchos ciudadanos salieran el sábado con más libertad.

«El horario del Metro me condiciona totalmente la vida de noche», comentaba Núria sentada en un banco del andén, «siempre me tenía que ir antes de las 2 pero ahora me iré a casa cuando me apetezca».Usuaria habitual del metro, Núria convenció a su amiga Meritxell para que no cogiera un taxi. «Es que a mi me da respeto, nunca voy en Metro y por la noche, sola, no lo cogería nunca». Con 36 y 38 años respectivamente, Meritxell y Núria poblaban la estación de Ciutadella Vila Olímpica donde el goteo de usuarios no tuvo fin. «Lo tengo clarísimo, es una buena idea», señalaba Jana, una alemana que pese a todo tuvo que esperar a que Cercanías se pusiera en marcha para llegar hasta Vilafranca, donde vive.

Y mientras unos esperaban, otros se colaban. Porque pese a haber anunciado que se incrementaría la vigilancia y la limpieza con 200 trabajadores más, en muchas estaciones no había ni un solo trabajador. Ver a gente colándose es uno de los pasatiempos de Ahman, conocido como El Barba, propietario de un quiosco en la estación Barceloneta que ayer cerró sus puertas casi a las 4 de la madrugada al ver la cantidad de personas que usaba el metro.«Hay mucha gente, está muy bien porque a más gente, más dinero», se sonreía este paquistaní sentado tras las chucherías y refrescos.

Pero no todos los que pueblan el Metro estaban tan contentos.En Catalunya, una de las taquilleras mostraba su indignación sin pudor. «Yo he tenido que ir en coche hasta Vall d'Hebron y venir a trabajar en metro, y todo para que el alcalde gane las elecciones», se lamentaba con enfado. Otros trabajadores, en cambio, encaraban la situación con más parsimonia. Paco y Eulalia siempre limpian el Metro de noche y ayer, que hubiera gente que les dificultara su labor no fue motivo de queja. «Mira, nosotros tenemos que venir a trabajar igual, así que no nos importa», señalaba Paco mientras Eulalia recordaba que había cuatro personas más en el servicio de limpieza de su línea, la L2, así que «todo está más limpio».

Lo comentaban justo antes de volver a entrar en la estación, en la avenida Paral·lel, donde otros muchos se felicitaban por la medida. Waheed, un paquistaní que ejerce de latero, estaba «muy contento porque la gente compra más cerveza». Y es que con los bares cerrados y el Metro abierto, fueron muchos los que optaron por el botellón improvisado. Tampoco era necesario coger el coche. Así lo decían Antonio y Domingo, dos canarios de 44 y 33 años de edad, que se habían enterado de que el Metro abría gracias a un agente de la Guardia Urbana. Y la medida les pareció «perfecta, un adelanto», porque además de llegar «mucho más rápido a los sitios, hace que la gente no conduzca y se reduzcan los accidentes».

Pero la alternativa al Metro de Alvar y Mabelle era caminar.De Ciutat Vella a Gràcia, del Port Olímpic a Gràcia. «A veces esperábamos el bus nocturno, pero es un rollo», comentaba Alvar, quien tenía claro los motivos por los que se abría el Metro el sábado: «Es una medida totalmente electoral, pero como es un servicio, está bien». Sin embargo, no todos los que salieron el sábado optaron por el Metro. Jorge se lo había pensado pero finalmente optó por su medio de transporte favorito: el taxi.«Al principio me dije, ya que abre, cogeré el metro, pero luego me han dado pena los taxistas y además, he cobrado ho,y así que me he movido en taxi». Lo que no comprendía Jorge es «porqué los taxis cobran dos euros de más si el Metro abre por la noche».«Nosotros vivimos del turismo, de los congresos, no nos preocupa que abra el Metro», comentaba un taxista, «además, cuando las discotecas cierran, la gente está cansada y se quiere ir rápido a casa, no en Metro, y las chicas, con los tacones y eso, pues también prefieren el taxi».

A las 5.30 de la madrugada, en la parada de taxis de plaza Catalunya sólo había una persona dispuesta a escoger entre las tres luces verdes que ofrecían servicio. Y a la misma hora, en la estación del mismo lugar, 30 personas aguardaban la llegada del convoy.

BARCELONA.- Esperada desde hace años, la medida ha llegado un mes antes de las elecciones. Que el Metro abra el fin de semana las 24 horas era lago necesario y las cifras lo abalan. Pero ayer, hasta los usuarios consideraban que la medida es electoralista.Así pues, que la oposición marcara el mismo terreno fue algo esperado. El candidato de CiU por Barcelona, Xavier Trias, consideró «lógica» la ampliación del horario del servicio de Metro para los fines de semana y vísperas de festivo, aunque denunció su carácter electoralista. En declaraciones antes de participar en el consell nacional de CiU en Sant Cugat, Trias recordó: «Hace más de cuatro años que pedimos adecuar el horario del transporte público a la vida normal de las personas». Además, el convergente reclamó que esta adecuación del horario no sólo afecte a los fines de semanas, sino también al «día a día» de la gente que trabaja. Según Trias, es «una vergüenza que esta medida no se haya tomado hasta un mes antes de las elecciones municipales», como factor de «gran propaganda» para el Ayuntamiento .

La medida se pondrá en marcha en fase de pruebas hasta el 13 de octubre y, si la demanda lo justifica, los nuevos horarios se mantendrán durante todo el año.

El candidato del PP a la alcaldía de Barcelona, Alberto Fernández Díaz, también achacó la medida al electoralista. «La propuesta de abrir el Metro por la noche fue planteada por el PP hace cuatro años, pero fue rechazada sistemáticamente por el tripartito, que decía que el funcionamiento del metro toda la noche era imposible», recordó.