GIMNASTIC 1
ZARAGOZA 0
NOU ESTADI. LLENO.
Arbitro: Fernández Borbalán
Tarjetas amarillas: Aimar, Celades, Gabi Milito, Diogo, Portillo y Merino.
Tarjetas rojas: No hubo.
Goles: 1-0: Portillo (min. 81).
TARRAGONA.- A base de coraje, empuje, ganas y convicción, el Nàstic consiguió una victoria merecida ante el Zaragoza, con el noveno gol de Portillo, cuando la afición ya se veía en Segunda teniendo en cuenta las victorias de los rivales por la permanencia.El objetivo ahora está más cerca: seis puntos. Los grana siguen con el pulso débil, pero respiran.
El equipo de Paco Flores tiene carácter y ayer lo demostró ante todo un Zaragoza que venía de ganar al Barcelona y que no se sintió nunca cómodo sobre el terreno de juego, como reconoció Víctor Fernández. Los grana salieron al césped mucho más enchufados que los aragoneses. En un primer cuarto de hora perfecto, el conjunto tarraconense llegó al área contraria con mucho peligro y César tuvo que estirarse para rechazar un gran disparo desde la media luna de Generelo. Poco después, Portillo estuvo a punto de culminar una buena jugada, pero el colegiado invalidó la ofensiva.
El Zaragoza, poco a poco, se hizo con el control del balón y llegó esporádicamente al área local mediante Aimar, pero no llegó a disparar con peligro entre los tres palos. Mientras, el Nàstic seguía creando juego ofensivo mediante Pinilla, incansable, y Gil, que lo provó una y otra vez pese a la oposición de Diogo.El Pampa Calvo, en uno de sus arranques atacantes, se plantó en medio del área, pero en el último momento le robaron el balón y no pudo rematar. Pocos minutos antes del descanso, Pinilla, dispuso de una doble ocasión con dos buenos disparos. El primero, provocó la segunda gran parada de César y el otro salió cerca del palo. Con esto se llegó al descanso de una primera mitad en la que el Nàstic hizo mucho más que el Zaragoza y mereció el premio del gol.
Los de Víctor Fernández salieron con más intención en el segundo tiempo y se acercaron al gol, pero el Nàstic, con Rubén Castro como líder, continuó mirando la portería de César. Fruto de ello y tras la salida de un córner, Gil puso un balón perfecto a la cabeza de Portillo para éste que cabeceara al fondo de las mallas y lograra una explosión de éxtasis en la grada. A partir de entonces, el Zaragoza se lanzó al ataque como no lo había hecho aún y tuvo dos buenos disparos lejanos que pusieron el miedo en el cuerpo a la sufrida afición tarraconense, que abarrotó el Nou Estadi.
Los intentos finales no sirvieron para arrebatarle los tres puntos al Nàstic, que aguanta, no se rinde, y persiste en su empeño de seguir luchando para lograr lo que la semana pasada parecía ya imposible y ahora es, al menos, una ilusionante posibilidad.