Una victoria revitalizadora para el Getafe / EL MUNDO

MADRID.- Con la permanencia como objetivo prioritario en la Liga, el Getafe sueña con jugar la final de la Copa del Rey por primera vez en su historia. En el inicio de una semana que puede ser determinante para sus aspiraciones coperas, el conjunto de Schuster sumó ayer la mágica cifra de 42 puntos, los mismos que se había marcado como frontera que asegura su continuidad la próxima temporada en la máxima categoría y que le permiten seguir enganchado en la pelea por los puestos que dan acceso a Europa.

El triunfo frente al Villarreal llega en el mejor momento posible. Después de siete jornadas sin conocer la victoria, el Getafe recuperó ayer el olfato goleador y la confianza tres días antes de medirse al Barcelona, en el Camp Nou, en las semifinales de la Copa.

Avisó el Getafe desde el primer minuto y a punto estuvo Güiza de inagurar el marcador cuando se plantó solo ante la meta defendida por Viera, que desbarató la ocasión. El equipo azulón no desistió en sus propósitos y, por ello, se adueñó del balón en el centro del campo gracias a un magistral Casquero. Con el esférico controlado, sólo había que esperar el momento justo.

Lo intentó el Villarreal con un disparo de Marcos Senna al poste izquierdo de la meta de Abbondanzieri, que también tuvo que emplearse a fondo para despejar un balón de Guille Franco. Después nada, en un equipo que ve como sus aspiraciones europeas comienzan a ser inaccesibles.

El gol del Getafe salió otra vez de las botas de Casquero, que, al igual que hace dos jornadas frente al Zaragoza, marcó un golazo con la pierna izquierda imposible de detener. Redondo y Güiza crearon, para que el centrocampista toledano marcara. Pudo el Getafe irse al descanso con 2-0 en el marcador, después de que Alvarez Izquierdo pitara un dudoso penalti sobre Vivar Dorado, pero Viera se lo detuvo al delantero jerezano. Después se resarció con una gran jugada en el vértice izquierdo del área, en la que cedió el balón a Verpakovskis, que sólo tuvo que empujarlo dentro. La guinda la puso Pachón en los compases finales.

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