Mariano Rajoy arrancó ayer la precampaña electoral del 27-M con el mismo emplazamiento que, cuatro años atrás, hacía Zapatero a Aznar: que vuelva con el Gobierno de España al corazón de Europa.
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Si en 2003 los socialistas arrojaron sobre los populares toda su carga política por el apoyo a la intervención de EEUU en Irak, el líder del PP retó ayer al presidente socialista a que abandone a sus nuevos aliados y trabaje con la actual Unión Europea para defender mejor a España. Así, y por una vez, no fue el terrorismo de ETA, sino el islamista, lo que centró el discurso de Rajoy en un mitin como el que ayer reunió a miles de afiliados del PP de Madrid y con el que el partido quiso homenajear a sus cerca de 100.000 apoderados e interventores de toda España.
El presidente del PP, que aprovechó sin disimulo de ninguna clase para hacer su propia campaña para las generales, confirmando con ello su propósito de hacer del 27-M un ensayo con carácter de elecciones primarias, se hizo eco del peligro que los recientes atentados de Marruecos y Argel representa para los españoles. A diferencia de sus continuas referencias a la organización terrorista vasca, Rajoy no nombró en ningún momento a Al Qaeda. Lo que sí hizo fue emplazar repetidamente a José Luis Rodríguez Zapatero a que se tome «en serio» sus amenazas y cambie para ello de política exterior, en alianza con la nueva Europa de Tony Blair, Angela Merkel y, pronto, Nicolas Sarkozy; el único al que ayer citó de manera expresa por su conocido discurso de firmeza ante el terror. De esta curiosa manera: «Yo no sé lo que piensa el presidente del Gobierno de España del terrorismo islamista, no lo sé», dijo ante un auditorio que le aclamaba «presidente», «presidente», «pero yo sí quiero decir que para eso no sirve la Alianza de Civilizaciones».
«Hay que tomarse este asunto en serio, porque es un problema serio, porque nuestros aliados, los gobiernos amigos, se lo toman en serio», insistió el líder popular, quien repartió su propia doctrina política para afrontar el problema. Así, abogó por «reforzar la seguridad en España y en el mundo», particularizando en las ciudades españolas de «Ceuta y en Melilla», lo que le reportó los mayores aplausos.
«Hay que incrementar las relaciones con nuestros socios y aliados, con los que tienen que serlo», añadió con un toque de ironía y un mensaje de reproche al acercamiento impulsado por Zapatero a los gobiernos de Cuba, Irán o Venezuela.
Así, insistió en apelar a «las democracias europeas, las que defienden la libertad, los derechos individuales, la justicia social; unos valores y unos principios que son los que han hecho grande al mundo y lo han hecho progresar. Hay que tomar iniciativas en Europa, como hicimos cuando gobernamos. Necesitamos un espacio europeo de seguridad y libertad que dé prioridad a la lucha contra el terrorismo», y también para «la lucha contra la inmigración ilegal y las mafias que trafican con personas».
«Hay que tener una política exterior, con perdón, como Dios manda, con las democracias que han hecho avanzar al mundo», llegó a proclamar, antes de soltar su eslogan: «Con el terrorismo, debilidad, ninguna; miedo, ninguno. Porque el terrorista percibe quién tiene debilidad y quién tiene miedo».
El presidente del PP aprovechó para volver al mismo discurso que viene desarrollando contra ETA: «Las sociedades no pueden rendirse ante nadie, porque sus reglas son las de la voluntad de la mayoría, y la mayoría en todos los países de nuestro entorno y en España quieren democracia, libertad, quieren derechos individuales, justicia, solidaridad, apoyo para los débiles, sociedades de clases medias, respeto a la gente y naciones, como la española, de ciudadanos libres e iguales. No nos podemos rendir a quienes quieren quitarnos eso».
Llegados a este punto, Rajoy lo tenía fácil para soltar la frase del día, mucho más pegada al terreno conocido: «Los gobiernos están para ocuparse de lo importante, y el señor Zapatero no se ha ocupado más que de dos cosas, las reformas de los estatutos, que están pendientes de lo que decida el Tribunal Constitucional, y de la negociación con ETA, que está pendiente de lo que diga ETA».
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