MIGUEL ANGEL VERGAZ
VALLADOLID.-
Tanto los vecinos próximos a la vía férrea en el barrio del Pinar de Antequera, como los trabajadores de Adif y de Renfe fueron unánimes sobre lo ocurrido a primera hora en el día de ayer: sólo por muy poco estuvieron a punto de ver y acudir a un desastre ferroviario.
«Había mucho humo y lo más impresionante es que el fuego ardía sobre las vías», señaló una vecina que saltó de su cama sobresaltada para ver, desde su ventana, un tren detenido por un amasijo de hierros al rojo vivo.
Los casi 300 viajeros que ayer viajaban en el tren nocturno entre París y Madrid se salvaron por muy poco de sufrir un dramático descarrilamiento. La suerte fue favorable al final de una concatenación de adversidades: un BMW con cuatro ocupantes quedó trabado en el paso a nivel. Al poco, las barreras bajaron y todos salieron justo para ver cómo el tren arrollaba el vehículo en llamas a lo largo de más de un kilómetro. Una distancia en la que el tren logró frenar sin descarrilar, mientras los remaches de la vía se abrían como una cremallera.
Pero, al final, todo quedó en el susto. O ni siquiera en eso, pues muchos de los pasajeros no mostraron más que enfado por la interrupción de su viaje.
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