Lunes, 16 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6329.
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¿Qué es, en el fondo, actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo? (Laurence Olivier)
 MADRID
M2 / PRECAMPAÑA
PSOE más IU, igual a desgobierno
El presidente del PP, Mariano Rajoy, abanderó la apertura de su precampaña en Vicálvaro ante un aforo entregado de 3.000 militantes. Los 'populares' azuzan el fantasma del estancamiento si la izquierda gana las elecciones del 27 de mayo
JAIME G. TRECEÑO

El de ayer fue un acto para los más convencidos de entre los convencidos de los populares. Y es que hay que ser muy forofo para dedicar una mañana de primavera a aguantar un calor sofocante hasta la lipotimia, para apoyar a tu partido. Uno tras otro, y hasta 3.000 interventores y compromisarios, según fuentes del PP, se dieron cita ayer en el polideportivo de Vicálvaro para aclamar a sus primeros espadas de Madrid, Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz-Gallardón, y jalear al presidente del partido, Mariano Rajoy. Pero es que, incluso, hubo gente que se tuvo que quedar en las puertas, debido a que el aforo estaba completo. El primero en abrir el fuego fue el alcalde de Madrid quien, todo hay que decirlo, tampoco provocó los delirios de la concurrencia y eso que esta vez jugaba en casa y su discurso se mantuvo fiel a lo que, sobre el papel, ha de ser en un acto de este cariz. Es decir, de partido, partido y partido.

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Gallardón tardó muy poco tiempo en poner de manifiesto su más fiel entrega a Rajoy. «Os pido vuestro trabajo y apoyo para culminar la mayor transformación de la historia de Madrid que sea, como ocurrió en el 95, el anticipo de que Rajoy sea presidente de España». Antes de subir al atril, se proyectó en las pantallas del pabellón de deportes un vídeo que daba cuenta al alimón de su trayectoria política y logros de esta legislatura.

El regidor hizo un discurso entregado en el que, incluso, pidió en reiteradas ocasiones el voto para Esperanza Aguirre. Su única referencia a la política nacional se refirió a los comentarios del presidente de la Generalitat, el socialista José Montilla, ante la posibilidad de que el Tribunal Constitucional recorte el Estatuto. «En Madrid no queremos planes B. La alternativa es un bipartito que nos llevaría al mismo desgobierno que estos bipartitos y tripartitos. No hay alternativa. No les vamos a dejar. No queremos ver lesionado el prestigio de Madrid y paralizados los servicios públicos, infraestructuras, empleo...». Tan sólo hizo una referencia a su rival, el socialista Miguel Sebastián, pero fue de pasada. Tras agradecer a los compromisarios su trabajo les hizo partícipes del Gobierno municipal y autonómico.

Quien sí supo aprovechar la proximidad de los militantes, -los oradores se disponían en una plataforma circular que les elevaba mientras los compromisarios los rodeaban- fue la presidenta regional. Durante la emisión del vídeo introductorio había quien se levantaba enfervorecido del asiento para lanzarle toda clase de piropos. En el momento en el que subió al atril, prácticamente todos los militantes se pusieron en pie y comenzaron a agitar las banderas del partido. El juego entre militante y candidato de apostillar las frases del político tomó cuerpo durante su intervención. Tal era el fervor, que incluso una señora, situada en la grada que se situaba a la espalda de Esperanza Aguirre, permaneció los más de 30 minutos de discurso con el libro de su biografía elevado como si fuese una estampita de Eva Perón. Aguirre se mantuvo fiel a sus maneras y tiró a dar, sin ningún reparo, contra el Gobierno de Zapatero. De hecho, a diferencia de Gallardón, la columna vertebral de su intervención fue en clave nacional. «Ahora hay una política de adulación a los dictadores bananeros. Donde había un Pacto por las Libertades y el Terrorismo, tenemos actualmente grupos de terroristas más crecidos y amenazantes, como los concejales de Guipúzcoa, que han tenido que dejar de ser concejales». Eso sí, tampoco dejó pasar la oportunidad para recordar los compromisos electorales cumplidos a lo largo de la legislatura como la construcción de ocho hospitales, la bajada de impuestos, la reducción de la lista de espera a un máximo de 30 días...

«El PP ha hecho los deberes no como nuestros adversarios que crean problemas que nunca explican, pero es típico de los partidos que saben que nunca van a ganar. Nosotros somos lo contrario, cuando nos comprometemos con los electores es que sabemos que lo cumpliremos», sentenció.

Cuando Mariano Rajoy se apostó en mitad del gentío, el calor era ya asfixiante. De hecho, hubo alguna lipotimia y muchos compromisarios, casi todos mayores, no le vieron acabar el discurso, ya que abandonaron su asiento para buscar el aliento de calle.

Los suyos le aclamaron y más cuando se descolgaba con afirmaciones locales como: «Madrid es un orgullo para España y una referencia para el mundo». Rajoy ensalzó a sus dos primeros espadas de Madrid, avaló su actuación a lo largo de la legislatura y asumió sus éxitos como propios.

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