Lunes, 16 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6329.
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¿Qué es, en el fondo, actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo? (Laurence Olivier)
 MADRID
AQUI / NO HAY PLAYA
El partido ha comenzado
Rafael Martínez-Simancas

¿Cuántos años tiene McEnroe? ¿En qué escuela enseñan a coger la raqueta de esa forma y a mirar con tamaña chulería? ¿Para ser un killer es necesario aprender a mirar mal y operarse de la piedad para adelgazar el músculo del perdón? Ver a McEnroe es un espectáculo, tiene la planta de un siciliano, la mala leche de un genovés y apenas suda. Da igual que juegue un torneo senior, o un casados contra solteros en la urbanización, McEnroe mantiene vivo ese mal genio que a uno le permite llegar a centenario con un índice de colesterol envidiable. Este hombre sabe que ninguna buena acción queda sin su justo castigo y no está dispuesto a hacer más amigos de los que pueda recordar su número de móvil. Y punto y partido.

Pero si él coge la raqueta con firmeza no se pierdan cómo la agarraba Esperanza Aguirre en la recepción que dio al Masters. Se nota que tiene la sartén-raqueta por el mango, las listas y los proyectos. Que me perdone el difunto Juan José del Castillo, pero ella coge la raqueta igual que el afamado tenista. Es más, si se deciden a jugar un partido, llenarían el Bernabéu. Si McEnroe es cabezón y puntilloso, Aguirre no lo es menos. ¡Pobre juez de silla! Ni a uno ni a otra le gusta dar una pelota por perdida ni en el calentamiento. Eso no quita para que fuera de la pista dejen el carácter peleón para ser amables interlocutores. Y no es que nunca haya jugado con McEnroe, pero sí he tenido la oportunidad de comer con Aguirre. Fui uno de los juntaletras a los que se referiría Borja Hermoso que acudimos a la Puerta del Sol. En aquel comedor pude comprobar, una vez más, su exquisitez de formas, su dominio de la escena y sus ideas claras... Si McEnroe las coloca muy bien al fondo, Aguirre no le pierde la cara al rival. Y ahora trasladen la metáfora a la campaña que sigue al detalle, como si tuviera la capacidad de mirar por la cerradura a los candidatos del PP. Atentos, la presidenta ha cogido la raqueta, todos al servicio para evitar una muerte súbita. Nunca retaría a Aguirre en una pista de tenis; no soy McEnroe, pero compartir dos platos y postre es una experiencia muy agradable. Aguirre come bien, tiene buen saque y se cuida para llegar a mayo en forma.

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