Lunes, 16 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6329.
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¿Qué es, en el fondo, actuar, sino mentir? ¿Y qué es actuar bien, sino mentir convenciendo? (Laurence Olivier)
 MADRID
La nueva M-30
Orgullosos de moldear una gran obra
La mitad de los casi 5.000 trabajadores que han participado en las obras del 'By-Pass Sur' son extranjeros. Todos están satisfechos de colaborar en un proyecto de esta magnitud, que será inaugurado en las próximas fechas
JORGE IMBAQUINGO

La satisfacción para quienes planificaron las monumentales obras del By-Pass Sur de la M-30 es solucionar los problemas de tráfico en Madrid. Para quienes la ejecutan con sus propias manos, el gozo es ver cómo cada día la obra toma forma con su esfuerzo y, sobre todo, que en las próximas fechas estará operativa.

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Cerca de 5.000 obreros han ayudado a construir el By-Pass Sur y la mitad son extranjeros. «Aquí se ha dado mucho trabajo a todos. Hay españoles y hay muchos inmigrantes. A veces he dicho como broma que aquí está toda la ONU trabajando para sacar adelante a Madrid», dice Juan Carlos Díaz, del equipo de dirección de obras en la M-30. La media diaria de trabajadores es de 400 al día, pero que ha habido jornadas en las que se han necesitado más. Han llegado a trabajar hasta 900 personas a la vez.

Marino Suárez Atienza es un operario. Recuerda que empezó como cuidador de la puerta de entrada a las obras, en la calle de Carlos y Guillermo Fernández Shaw. Es ecuatoriano, nacido en la ciudad de Piñas, y hace ya seis años que vive en Madrid. Su esfuerzo en la obra le ha permitido comprar un piso en Entrevías, cerca del lugar donde trabaja todos los días.

Luego, este ecuatoriano pasó a ser cuidador de tráfico interno de maquinaria pesada y después se le asignó la custodia de las bombas de agua de la tuneladora. Además, estaba encargado de distribuir el gasoil. Actualmente se dedica a construir los pasillos en los lugares donde se expropiaron edificios antiguos que ahora serán utilizados como plazoletas con bancos y árboles. Marino se encargará de las labores de albañilería hasta que la obra finalice.

Este ecuatoriano tiene dos hijos, de siete y once años, respectivamente y ya le han dicho que se sienten orgullosos de que trabaje ahí, pero sueña con el día en el que la obra esté finalizada para pasear con sus vástagos por los jardines y ver toda la magnitud del proyecto en conjunto. Para él, la obra supone menos coches en una zona que hasta hace poco más de dos años estaba saturada de tráfico y de ruido.

Al otro extremo de la inmensa obra está Ramón Maldonado, un madrileño que realiza la revisión de un cajetín eléctrico que pronto entrará en funcionamiento. Lleva aquí desde el primer día en que se puso en marcha la construcción de los túneles y el By-Pass Sur. «Soy electricista. Ese es mi oficio. Vine llamado por el jefe de la obra. Llevo casi tres años aquí y fui uno de los primeros contratados», agrega.

«Esta obra es faraónica. Me gusta ser parte de ella, y por haber puesto mi granito de arena. Creo que lo más importante es que servirá a Madrid por muchos años», explica antes de recibir una llamada, en la que se le indica que debe realizar alguna nueva reparación. Es hora de marcharse a otra faena.

José Villalta también está desde los inicios de la obra. Fue uno de los elegidos para recibir un curso en Alemania sobre el funcionamiento de la maquinaria (que, en su tipo, es la más grande del mundo) con la que se horadó los túneles que llegan al barrio de Chopera. Tenía experiencia. José ya había trabajado antes en obras de construcción de túneles para las redes del Metro.

La tuneladora trabajaba día y noche. Para su funcionamiento se establecieron tres turnos. José Villalta estuvo a cargo de uno de ellos, y tenía a cinco personas trabajando bajo sus órdenes. De esa época, recuerda que había una camaradería entre las personas que integraban su turno y una ansia por saber cómo quedaría el proyecto al final.

Ahora, una vez que la construcción de los túneles finalizó, José continúa trabajando allí. Es técnico de instalaciones. «Esta tarea aunque no parezca, es más intensa, porque hay que poner bonito todo este conjunto de hormigón, lo que no es fácil. Además, antes mi trabajo se centraba en una actividad durante todo el día. En esta nueva etapa, mis faenas cambian constantemente, ya que tengo que hacer muchas cosas y resolverlas en poco tiempo» asegura.

Juan Carlos Días, del equipo de dirección de la obra, recuerda que cuando estudiaba le habían comentado una cifra estremecedora: un muerto por cada kilómetro de construcción de este tipo de obras. Ahora, las medidas de protección para los trabajadores han reducido esas estadísticas, comenta María Eugenia González, auxiliar técnico de seguridad, de 25 años. «Lo importante es la comunicación que tenemos con todos ellos para evitar accidentes», agrega.

«Aquí hay gente muy especializada en sus labores. Tenemos accidentes leves, que más bien se dan por causas fortuitas, pero para eso contamos con un dispensario y una ambulancia para cualquier emergencia», dice Eugenia González.

Al estar en un mundo muy «viril», como lo es una construcción en la que hay multitud de hombres realizando trabajo físico, cree que los niveles de machismo son menores. Entiende, que los trabajadores le prestan más atención a sus recomendaciones, dejando a un lado cualquier criterio o actitud machista, como que es menos hombre alguien que trabaje sin muchas protecciones. «Veo que todos están orgullosos de trabajar en esto, por todo lo que significa. Yo también me siento bien. Espero seguir más en este mundillo de las obras», sentencia a pie de construcción la joven especialista en seguridad.


BANCOS ANTIPINTADAS Y ARBOLES QUE ATRAEN A AVES

El 'By-Pass Sur' y los túneles fueron diseñados para recrear varios ambientes que incluso habían desaparecido. «A mi me encantó que el proyecto contemplara la recreación de un arroyo que hubo hace muchos años. Tuvo que haber sido hace un montón, ya que no me acuerdo que existiera», comenta Juan Carlos Días, del equipo de dirección de la obra de la vía de circunvalación.

Se trata de un arroyo que había cerca de lo que hoy es la calle de Francisco de Abril. Allí, se crean calzadas a las que se les ha puesto árboles mediterráneos, que no necesitan mucha agua, y otros provenientes de Chile y Australia, que tienen climas similares al español. «Queremos que con estos nuevos árboles vuelvan varias especies de aves de esta región, para darle un mejor aspecto al entorno», explica Félix Olivares, jefe de Medio Ambiente en la obra. En los bancos instalados en esta zona se experimentará con un material que será fácil de limpiar si los 'grafiteros' deciden hacer de las suyas. El material es de tecnología y fabricación española, se llama PRFV y su cualidad básica es que no tienen la porosidad del plástico, por lo que es sencillo retirar la pintura de los desaprensivos.

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