Es en este contexto donde se explican las llamadas a una alianza entre el PS y el UDF para batir a Nicolas Sarkozy. Las han hecho personajes de enorme relevancia de la familia socialista, como Rocard y Kouchner, aunque Royal las ha desautorizado desde la tribuna de oradores porque se considera capaz de ganar la final con Sarko el 6 de mayo. Francia tendrá entonces un nuevo presidente. Habrán expirado los 12 años de Chirac. Y ocupará su sitio, gane quien gane, una nueva generación de políticos. Unicamente Jean-Marie Le Pen sobrevive a sus 78 años como un anacronismo, aunque ayer le dieron moral los miles de espectadores reunidos en París, como le ha fortalecido el hecho de que la campaña planee descaradamente entre las cuestiones de identidad, patriotismo, seguridad e inmigración. Seguramente volverá a suceder en la recta final.

Sarkozy, líder de todos los sondeos desde el día de su investidura en enero, podrá cantar la Marsellesa en el cierre de su campaña (Marsella, 19 de abril). Royal clausura su tour electoral en Toulouse acompañándose de José Luis Rodríguez Zapatero. Y François Bayrou se despide en Pau, un guiño a su tierra y a sus raíces en espera de convertirse en presidente de todos los franceses. La batalla electoral pone al borde de la desaparición los satélites trotskistas, la formación Verde y el Partido Comunista. Sólo Olivier Besancenot, a sus 32 años, parece darle oxígeno a las siglas de la Liga Comunista Revolucionaria.