PABLO SANZ
A lo largo de sus cinco décadas de profesión, la vocalista de jazz y blues Dakota Staton se ganó un más que merecido respeto por parte de sus compañeros de oficio musical. Sin embargo, cosa bien distinta fue la reacción del público y la industria musical, que nunca acabó de apreciarla y respaldarla en su justa medida. Frente a esta indiferencia, la artista tuvo gran predicamento entre los suyos gracias a una garganta excepcional que tan pronto echaba mano del scat como del lamento del blues, cuando no se dejaba mecer por la cadencia acompasada del swing. En cualquier caso, y tras su fallecimiento el pasado jueves en el corazón de Manhattan, lo que hoy queda claro es que la profesión jazzística le debía algo. La suya es otra de tantas historias de reinas sin corona que pueblan la memoria de la música negroamericana.
Dakota Staton realizó sus primeros coqueteos como cantante y bailarina desde muy temprana edad, estableciendo su base de acción en Detroit. Tras su establecimiento en Nueva York, la vocalista catapultó su carrera gracias a premios como el que la prestigiosa revista Down Beat le concedió en 1955 por su prometedor perfil artístico, así como por sus participaciones en espectáculos como el que protagonizó ese mismo año en el Nicholas Arena junto a las, entonces, voces de gran pegada comercial de Big Joe Turner y Fats Domino. Estos mínimos antecedentes le fueron suficientes para llamar la atención del sello Capitol, que, en búsqueda de una nueva diva femenina del jazz, le ofreció toda su estructura para acometer su primer álbum, The late, late show, rodeada de grandes músicos de la época: Hank Jones, George Shering, Benny Carter... Al registro le siguieron otras ambiciosas producciones como Dynamic!, Crazy he calls me, More than the most o Dakota at Storyville, aunque la apuesta económica y la respuesta del público no obtuvo los réditos esperados.
Frente al ascenso imparable de otras jóvenes cantantes como Dinah Washington, la carrera de Dakota Staton nunca terminó de despegar, arrojándose progresivamente a un anonimato del que fugazmente despertó hace unos 15 años. Además de colaborar en periódicos como The New York Times, la cantante fichó por el sello Muse, en el que llegó a publicar trabajos meritorios. Otra compañía menor, pero con igual buen predicamento jazzístico, High Note, también se hizo con sus servicios para editar A packet of love letters, un homenaje a la cantante Carmen McRae que contó con el respaldo de uno de sus últimos valedores, el saxofonista tenor Houston Person. En este sentido, su último disco data del último mes de marzo, Live at Milestones, aunque su salud, según su hermano, el saxofonista Fred Staton, ya estaba bastante maltrecha.
Dakota Staton nació en Pittsburg el 3 de junio de 1930 y murió el pasado día 12 en Nueva York.
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