ROSLI AYUSO
Carmen
Autor: Compañía Antonio Gades. / Argumento y coreografía: Antonio Gades y Carlos Saura. / Dirección artística: Stella Arauzo / Escenario: Gran Teatre del Liceu / Fecha: 14 de abril
Calificación: ****
BARCELONA.- Antonio Gades mantuvo en vida una estrecha relación con Cataluña, ya desde sus inicios, tanto en Palamós como sus primeros pasos con su compañía en Los Tarantos, en la plaza Reial, su encuentro con Carmen Amaya y sus rodajes con Rovira Beleta.Acudimos al Liceu en esta presentación en Barcelona de la compañía que lleva su nombre, con emoción, con la ilusión de reencontrarnos con una obra insigne, pero también temerosos de decepcionarnos, porque con Gades, eso era impensable. Pues bien, esta compañía que dirige artísticamente Stella Araujo, quien trabaja con Gades desde los diecisiete años, no ha fallado, y ha recogido el testigo con valentía y responsabilidad. Su principal acierto de esta reedición es el casting de los protagonistas. Arauzo, ella misma, en su rol principal de Carmen, da todo lo que el maestro exigía y se exigía: pasión, entrega, presencia, braceo y magistral capacidad de expresión. Desde su original inicio, la clase de baile de la compañía en sus rutinas de ensayo, zapateando, braceando, recogiéndose la falda, girándo y repitiendo una y otra vez los pasos, destaca enseguida su presencia rotunda, su gran personalidad y su amplitud y elegancia en sus gestos. Esta Carmen tiene arrojo y fuerte personalidad escénica: sus movimientos muestran el carácter temperamental y sensual y el coraje de un personaje lleno de sensualidad, pasión y femineidad seductora. Bravo! Inmediatamente y avanzando entre la compañia, nos apercibimos de ese bailarín-bailaor de figura y movimientos estilizados, Adrián Galia, y por momentos, creemos estar delante de un espejismo, pues en su rol de Don Juan está muy cerca de conseguir el carisma escénico del propio Gades. Su duelo a bastonazos con el marido (Joaquín Mulero) es memorable.
El cante, el toque y el resto del baile muy cohesionados, terminaron de redondear esa austeridad escénica mágica y rigurosa que el tándem Saura-Gades ha hecho inolvidable, marcando la diferencia entre un buen trabajo y uno memorable.
|