La misteriosa desaparición de millones de abejas tiene en jaque a los científicos norteamericanos y europeos, que no acaban de encontrar una explicación plausible a la repentina pérdida de hasta el 25% de los enjambres en al menos siete países (entre ellos, España).
El enigma ha sido bautizado con el nombre de Colony Collapse Disorder (el Trastorno del Colapso de las Colonias) y el Congreso norteamericano ha creado incluso un Grupo de Trabajo del CCD para dar con la raíz del problema. Desde la universidad alemana de Landau, entre tanto, el doctor Jochen Kuhn ha lanzado una hipótesis que está creando un notable revuelo entre la clase científica.
En declaraciones al diario británico The Independent, Kuhn asegura que los teléfonos móviles pueden tener la clave. Partiendo del hecho de que las abejas responden a las radiaciones electromagnéticas, Kuhn ha comprobado que los insectos no retornan a las colmenas si hay un móvil funcionando en las inmediaciones.
En su opinión, se trata tan sólo de un «indicio» de una posible causa, y admite que hacen falta estudios más amplios. Pero la teoría de que la telefonía móvil puede desorientar a las abejas ha empezado a ganar adeptos. Los científicos norteamericanos no ponen, sin embargo, la mano en el fuego y dejan abierto el abanico de otras posibles causas: pesticidas, patógenos, parásitos, cultivos transgénicos o estrés de la población.
El Grupo de Trabajo del CCD, con sede en la Universidad Estatal de Pennsylvania, recalca precisamente el período de «extraordinario estrés» por el que han pasado las colonias de abejas en los últimos dos años por problemas de nutrición asociados a la sequía.
Desaparición de cuerpos
La entomóloga de la Universidad de Illinois Mary Berenbaum, una de las mayores expertas mundiales en el inextricable mundo de las abejas, declaró en su comparecencia en el Congreso que los causantes directos del declive en la población de abejas han sido el uso de pesticidas y la introducción accidental de parásitos en los años 80.
Pero Berenbaum ha reconocido que lo ocurrido en los dos últimos años no tiene precendente: «Nunca ha sucedido un colapso de una escala similar. Las abejas han muerto en ocasiones anteriores, pero siempre han dejado sus cuerpos detrás. Ahora no encontramos los cuerpos, y ésa es gran parte del misterio».
Berenbaum afirma que para indagar la causa hay que profundizar en la «compleja organización social» de las abejas. Otro punto oscuro de los recientes casos de CCD es la deserción de las abejas obreras, que en muchos casos han dejado abandonada a su suerte a la reina.
La crisis de las abejas, que afecta a la mitad de Estados Unidos y en las zonas costeras ha supuesto unas pérdidas del 60 al 70% de la población, no sólo ha puesto en jaque a a los apicultores, sino que amenaza con causar graves daños a la agricultura.
Según un estudio de la Universidad de Cornell, las pérdidas podrían llegar este año a 15.000 millones de dólares. El trabajo ferlitizador de las abejas -la polinización- es fundamental en sectores como las manzanas, las almendras o los arándanos, tan vitales en los estados de California y Nueva York, que han reclamado ayuda federal para solventar el problema.
Pero el Trastorno del Colapso de las Colonias es ya un problema global. Las abejas están desapareciendo también preocupantemente en España y en otros países de nuestro entorno: Portugal, Italia, Grecia, Suiza y Alemania. Pese al desmentido oficial de la Agencia de Medio Ambiente británica, los apicultores locales también han detectado pérdidas notables y han advertido del riesgo para las cosechas.
El diario The Independent ha contribuido a la alarma general recordando la apocalíptica advertencia de Einstein: «Cuando las abejas hayan desaparecido, al hombre le quedará sólo cuatro años de vida».