Martes, 17 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6330.
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 CULTURA
Los escombros de la sociedad árabe se hacen novela gracias a Alaa Aswany
PILAR ORTEGA BARGUEÑO

MADRID. - Un edificio antes lujoso que asiste a la ruina de su fachada es el verdadero protagonista de El edificio Yacobián (Maeva), la primera novela del escritor egipcio Alaa Aswany que se traduce al español. El inmueble es, en realidad, una metáfora del Egipto actual, representado por unos inquilinos variopintos: desde el aristócrata venido a menos al político corrupto, del hombre de negocios hasta el pedigüeño que ocupa la azotea de la casa. Suficiente para que la novela fuera, en los años 2002 y 2003, la más vendida en árabe.

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En El edificio Yacobián se abordan, al mismo tiempo, temas como el idealismo de los jóvenes, la discriminación de la mujer, el riesgo del fundamentalismo religioso, la brecha abierta entre clases sociales y la evidente segregación de indigentes y marginales. «El Yacobián es un edificio en el que yo tuve una consulta de dentista; mi padre [también escritor] también tuvo allí su despacho de abogado; pero el edificio de la novela es imaginario. Me sirve como un almacén donde conservo la vida de una serie de personajes. En este edificio hay corrupción e injusticia y los pobres no tienen garantizados los derechos humanos ni gozan de una vida digna».

Efectivamente, Alaa Aswany es dentista de profesión, si bien reconoce que su auténtica vocación es la literaria. «En el mundo árabe es imposible vivir de la literatura. Yo soy dentista, mi padre fue abogado y Mahfuz era funcionario. Sin embargo, la calidad es buena más allá de las malas traducciones que sufrimos. Si en Austria todo el mundo toca un instrumento, en Egipto todo el mundo escribe novelas».

Nacido en 1957, Alaa Aswany lamenta que la sociedad egipcia esté padeciendo lo que él denomina «efectos de la dictadura». Y enumera: la pobreza, la injusticia, la corrupción y el extremismo religioso. Por eso, considera imprescindible que los intelectuales participen en movimientos democráticos -él es miembro del partido Kitafa (Basta)- y escriban en la prensa artículos en pro de la democracia.

Por participar en la oposición política, Alaa Aswany ha tenido que pagar un alto precio, pues, durante 10 años, el Gobierno le impidió publicar sus escritos. «Las editoriales sólo cuentan con un autor si éste ha pasado por las editoriales estatales y a mí me rechazaban. Así que mis amigos y yo hicimos ediciones de 300 copias hasta que una editorial se interesó y, por fin, pude sacar El edificio Yacobián. Después, volví a reeditar mi obra anterior, Fuego amigo».

De Alaa Aswany se ha dicho que es «el nuevo Naguib Mahfuz», una apreciación que le abruma: «Para cualquier escritor es un honor ser comparado con Mahfuz, es uno de los mejores novelistas del mundo. Estoy orgulloso de oírlo, pero creo que lo dicen porque he dado a la literatura todo lo que he podido y he tenido una respuesta. En cualquier caso, un escritor no debe analizar su trabajo, para eso están los críticos. Si no, acabaría diciendo que escribe bien».

Alaa Aswany es consciente de que existe un grave problema de comunicación entre Occidente y el mundo árabe, si bien lo califica de «fabricado». También confiesa que no cree en el choque de civilizaciones ni en grandes diferencias entre el pensamiento de las distintas sociedades: «Puede que la religión y la forma de vestir sean distintos, pero todos llevamos el mismo corazón».

Por supuesto, tiene alguna palabra, y no amable, para Bush: «No reconozco la separación que hace entre Occidente y el mundo árabe. El mundo se divide en dos partes: una, integrada por la mayoría de la humanidad donde están el arte, la literatura y los valores humanos, y otra parte que engloba el imperialismo, las dictaduras, el extremismo... Y ahí está Bush».

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