Javier Turienzo Alvarez, el árbitro del Racing-Real Madrid, está atravesando una situación personal insostenible, y todo por haberse equivocado al señalar el primer penalti contra los blancos. A tal punto ha llegado la situación que ayer, a primera hora de la tarde, se fue hasta el Juzgado de Guardia de la localidad donde vive, León, para presentar una denuncia por amenazas.
Turienzo dijo, en declaraciones a Punto Radio, haberse sentido «como una diana» tras la polémica. «Tengo un sentimiento un tanto extraño. Lo digo porque en mi casa se han recibido más de 50 llamadas telefónicas amenazándome, a mí y a mi familia, de muerte. Llevo un día y medio sin vivir, mirando de reojo», comentó.
El detonante de su decisión se produjo al mediodía de ayer, cuando su hija mayor, de seis años, llegó a casa llorando porque sus amigos se habían metido con ella, a cuenta de los presuntos errores de su padre. «Mi niña ayer volvió del parque llorando y me dijo: 'Los niños me dicen que he fastidiado al Madrid'... y a mí se me cae el alma al suelo», añadió Turienzo en el programa El Mirador, que dirige y presenta Josep Pedrerol.
Tras la escena con su hija, Turienzo no pudo más y se marchó al juzgado. Allí relató su calvario. Durante todo el domingo recibió en su casa llamadas telefónicas amenazándolo de muerte. También en su móvil, que permanecía apagado para todo el mundo, incluso para su mujer. Algunas de esas palabras aún están grabadas en su contestador. «Ni yo ni el director de comunicación hemos podido hablar con él», explica José Angel Jiménez Muñoz de Morales, vocal del Comité Técnico de Arbitros.
El colegiado trató ayer de mantener la calma, hasta el incidente de su hija. Por la mañana, fue a trabajar como cualquier otro día -es funcionario- y por la tarde, entrenó junto a uno de sus mejores amigos, el asistente Rafa Guerrero, por el Monte de San Isidro, a las afueras de León, informa César F. Buitrón. Entonces, aún rondaba por su cabeza la portada de un periódico deportivo el pasado domingo, donde una flecha le señalaba como culpable de la situación del Madrid. Por la noche, Turienzo se sinceraba a este respecto: «Me ha dolido mucho. Me he visto señalado en una diana [sic], con un mensaje: 'A por él'. No sé la definición de verdugo en el diccionario, pero yo no he ajusticiado a nadie», apuntó.
«Con nosotros vale todo», abundaba ayer a este periódico Rafa Guerrero, que también sabe lo que son las amenazas -de hecho, días después del famoso «Rafa, no me jodas», la Policía lo sacó a él y a su familia de casa en plena noche ante el temor de que se cumplieran las amenazas que recibía-. «No acabo de digerir que la portada del periódico más vendido de España califique a un árbitro de verdugo. Eso no lo he leído ni cuando se refieren a un terrorista que ha matado a 100 personas, pero se pone de un árbitro», lamentaba Guerrero.
Mijatovic. «Desgraciadamente, no es nada nuevo. Todos los árbitros reciben amenazas y con mucha frecuencia», insiste Muñoz de Morales, que muestra el respeto del Comité hacia la decisión de uno de sus colegiados, pero que no puede, dice, hacer nada más. Y Turienzo, nacido en Baracaldo pero adscrito al Colegio castellano-leonés, lo lamentaba anoche en la radio: «Algún día puede pasar algo y nos lamentaremos». Pero siente el apoyo, al menos, de su familia: «Mi esposa me da fuerzas. Le gusta que sea árbitro, y yo estoy orgulloso de serlo, porque siempre he sido honesto», dijo en referencia a las acusaciones de que hay una mano negra contra el Madrid. Un ambiente que inició Pedja Mijatovic, director deportivo madridista, que habló al final del partido de unas supuestas «cosas extrañas» que pasan con el Real Madrid.