Martes, 17 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6330.
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 DEPORTES
CICLISMO / Consecuencias de la 'operación Puerto'
Un peligro para el deportista
IGNACIO ROMO

Cuarenta días después de que se conociera la decisión del juez Antonio Serrano de archivar la operación Puerto por considerar que a los imputados no se les podía condenar por un delito no tipificado en la legislación española, el ciclismo y el deporte, en general, están pendientes de la Audiencia Provincial, que podría reabrir el caso. Sobre el auto del juez y el dopaje opinan Ignacio Romo, periodista y experto en medicina deportiva, y Agustín Tornos, abogado y defensor de uno de los imputados.

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Decía Graham Greene que la justicia de los hombres le traía sin cuidado. Para el escritor inglés, el ser humano se quedaba siempre a medias («esos temerarios juicios de los hombres» escribe en su novela El revés de la trama) y nunca llegaba a conocer en profundidad la verdad de las cosas. «El hombre está sesgado y condicionado por cuestiones menores» solía escribir el autor de El tercer hombre. Desgraciadamente, sus palabras son especialmente extrapolables a la situación que vivimos en España en relación con la lucha contra el dopaje y el archivo del caso de la operación Puerto.

La realidad es que en el mundo del deporte la justicia ordinaria no es muy relevante. No es la primera vez que un juez sentencia que, aunque no ve delito alguno, dopaje, lo que se dice, dopaje, ha visto de sobra, para dar y repartir. Hace dos años, tras las revelaciones del ciclista Jesús Manzano, la juez María Antonia Torres sentenciaba lo mismo: no hay delito. Es ahora, con la nueva ley cuando el dopaje se ha convertido en una actividad delictiva. El juez Antonio Serrano resalta en su auto «la falta de juego limpio» en el deporte actual.

Lo que interesa de verdad a los aficionados es conocer los nombres de los deportistas que han hecho trampas, los que han jugado sucio, los que han vulnerado el reglamento y han competido con ventajas ilegales sobre rivales que no se dopaban. Francamente, en el mundo del deporte, la justicia ordinaria, el delito o no delito (los deportistas que se dopan han sido hasta ahora unos tramposos con mayúsculas, pero nunca delincuentes) es algo que carece de importancia. De lo que se trata es de saber si un triunfo es de verdad.

La operación Puerto fue un enorme éxito de la Guardia Civil, una actuación llevada a cabo con gran sigilo e inteligencia. Ahí están los resultados, con las muestras extraídas a ciclistas para la práctica de dopaje sanguíneo y otros deportistas afectados (atletas, tenistas y futbolistas) cuyos nombres no han trascendido aún. En la nevera del vergonzante piso de la calle Zurbano se apilaban hasta 200 bolsas de sangre y plasma pertenecientes a deportistas que tomaron parte en un fraude masivo. Madrid se estaba convirtiendo el año pasado en una siniestra encrucijada del dopaje internacional equiparable a la RDA de los años 70 y 80, a la red de los atletas de Toronto previa a los Juegos de Seúl o la vergonzosa conexión californiana del caso BALCO. En 2005 y 2006 acudieron a la capital de España decenas de deportistas con interés en el dopaje sanguíneo.

Afirma el juez Serrano que no se aprecia riesgo para la salud en las prácticas de extracción, almacenamiento y reinfusión de sangre puestas al descubierto en la operación Puerto. Llamativa conclusión, especialmente si tenemos en cuenta las condiciones rudimentarias de conservación de la sangre. Pero ni siquiera es eso lo más grave. Los deportistas que así se dopan experimentan un peligrosísimo aumento de la viscosidad de la sangre, con consecuencias nefastas: hematocritos que suben y se acercan al 55%, riesgo de eventos tromboembólicos, ¿accidente cerebrovascular? ¿infarto de miocardio? Quien tenga tiempo y ganas, que investigue la espeluznante espiral de muertes de ciclistas holandeses a comienzos de los 90. Fallecían en la cama, durante la noche.

Creo que la operación Puerto llegará hasta el final porque ha dejado al descubierto una realidad brutal, tremenda, con hechos tozudos que se ríen de los tecnicismos judiciales, como el destino se ríe de las probabilidades. La UCI y el Consejo Superior de Deportes están muy comprometidos en la lucha antidopaje.

Quedan sin embargo preguntas sin respuesta. ¿Por qué se ha decretado el sobreseimiento de la operación Puerto sin esperar al juicio oral? ¿Qué sentido tiene que la lucha contra el dopaje siga involucrando a las federaciones, que son juez y parte? ¿Por qué parece que ningún deportista de los que compiten en selecciones nacionales estará implicado en este caso aunque existen pruebas realmente demoledoras?

Merece la pena rescatar de nuevo a Graham Greene. El genial novelista solía clavar sus penetrantes ojos azules para afirmar que el mal seguirá existiendo siempre en el mundo. También el dopaje.

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