Martes, 17 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6330.
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LA CARRERA AL ELISEO / La cuestión religiosa
El islam francés busca candidato
La comunidad musulmana reacciona contra los favoritos al Elíseo, llama a la movilización electoral y simpatiza con Bayrou
RUBÉN AMON. Enviado especial

LE BOURGET.- Los candidatos franceses han declinado diplomática y educadamente la invitación al Congreso anual de la Unión de las Organizaciones Islámicas de Francia (OIUF). Se diría que el eco incendiario del Magreb ahuyenta los gestos de simpatía con los musulmanes pese a representar seis millones entre la población nacional.

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Un mosaico complejo que ocupó hasta ayer el hangar del centro de exposiciones de Le Bourget con sus atractivos y sus contradicciones. Digamos que es una gran feria donde puede comprarse una chilaba, un Corán digital y un velo de alta costura. También aceite de oliva palestino, y perfumes persas, y burkas de seda fina, aunque la edición de 2007 destaca por sus evidentes connotaciones políticas. De hecho, Lhaj Thami Breze, presidente carismático de la OIUF, ha elegido estas fechas de abril para llamar la atención de los aspirantes al Elíseo. Vengan o no vengan.

«Queremos incitar el voto entre los musulmanes», explica a título aclaratorio. «Demostrar que acudir a las urnas es, por nuestra parte, un modo de integración. Nos cuesta trabajo entender, sin embargo, que se haga bandera de un laicismo extremista. Respetamos los valores republicanos. Pero laicismo no implica coartar las religiones».

El destinatario preferente de las críticas es Nicolas Sarkozy, cuyo viraje a las posiciones identitarias, patrióticas y lepenistas desconcierta a la comunidad musulmana por razones de memoria reciente. Fue Sarkozy quien se avino a crear el Consejo Francés del Culto Musulmán y quien había prometido una revisión del laicismo a beneficio de las religiones monoteístas, pero los guiños conciliadores han expirado en tiempos de cálculos electorales.

Ahora dice que los musulmanes franceses degüellan a los corderos en la bañera y generalizan la escisión del clítoris. Les acusa de ejercitar la poligamia y de convertir las mezquitas en centros de reclutamiento militar contra las murallas enhiestas de Occidente. Los excesos verbales de Sarko han desorientado a los votantes musulmanes. Y no es fácil conocer con precisión a quién van a encomendarle las papeletas, pero el ajetreo de 150.000 personas en Le Bourget coloca como favorita la figura conciliadora de Bayrou.

El líder centrista del UDF aprovechó una entrevista al diario católico La Croix para sensibilizarse con la segregación de la comunidad musulmana. También dijo que el islam y las mezquitas ya formaban parte de la escenografía, de la sociología y de la idiosincrasia de la Francia de 2007.

«Nuestro gran problema es que ninguno de los candidatos responde verdaderamente a nuestras expectativas», explica Boukhezer El Bachir en nombre de la OUIF. «Estamos constreñidos a votar por exclusión. Sarkozy o Le Pen tratan de demonizarnos. Tampoco Ségolène Royal representa la personalidad política tolerante que muchos de nosotros creíamos».

Las razones se desprenden de una provocación. Exactamente cuando la aspirante socialista al Elíseo estableció una equivalencia directa entre le veil (el velo) y le viol (violación). Un juego de palabras inquietante que las mujeres de visita en la feria de Le Bourget consideran como la prueba inequívoca de la incomprensión y la discriminación... femeninas.

«Yo llevo el velo porque estoy convencida de hacerlo», explica Soumaya, francesa de ya remoto origen argelino. «Nos preocupa mucho esta clase de amalgamas. Comparar el velo con la violación es como equiparar a los terroristas islámicos con los musulmanes. Es de esta manera como se dificulta la convivencia», explica la señora detrás de un stand de muebles.

Predominan las mujeres cubiertas entre las galerías perfumadas de Le Bourget. Y llama la atención una carpa donde los clérigos aconsejan a la clientela sobre cuestiones espirituales y mundanas. Mundanas como los comicios del 22 de abril, cuyo desenlace propone un duelo indigerible para los miembros de la comunidad musulmana: Sarko-Ségo.

Al primero le reprochan su política atlantista, su afinidad con los pensadores judíos, su presunta vocación proisraelí. A ella, en cambio, le cuestionan la idea de regalar la píldora del día después, promover los matrimonios entre homosexuales, especular con la eutanasia.

«Me gustaría que hubiera una mujer presidenta de Francia», explica Samira, cabizbaja, en primera fila de un grupo de universitarias. «¿Pero tiene que ser precisamente ésta?».

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