Martes, 17 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6330.
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LA CARRERA AL ELISEO / La entrevista / MAX GALLO / Historiador
«Esta elección se ha convertido en un referéndum sobre Sarkozy»
IÑAKI GIL. Enviado especial

PARIS.- A Max Gallo le avalan 80 libros publicados, entre los que están biografías monumentales de Napoleón, De Gaulle o Victor Hugo. Diputado y eurodiputado socialista, fue portavoz del Gobierno durante el primer mandato de Mitterrand. Respaldó a Jean-Pierre Chevènement en 2002. Ahora, superados los 70 años, acaba de publicar El Alma de Francia. Una historia de la Nación (Fayard), un tema que, para muchos, le ha aproximado a Nicolas Sarkozy.

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Pregunta.- ¿Qué es lo esencial del alma de Francia?

Respuesta.- Puede resumirse en un decálogo: el derecho de suelo, la igualdad, la laicidad, la lengua, el estado centralizado, el partido del extranjero, la relación individual con el estado centralizado (en oposición al comunitarismo), el importante lugar en la sociedad de la mujer, la tendencia a la violencia, al estallido y la vocación universal, que es la forma laica de la idea vigente durante muchos siglos de que Francia es la hija predilecta de la Iglesia.

P.- ¿Así que el pesimismo y el decadentismo no forman parte del alma francesa?

R.- Somos un país muy autocrítico. Estamos al final de una crisis nacional de larga duración que comenzó al término de la Primera Guerra Mundial. Desde entonces, Francia no ha sacado la cabeza del agua: la carnicería del 1914-1918, el hundimiento de 1940, el fin de la colonización, las guerras de Indochina y Argelia. Francia se ha transformado, pero no sabe si se ha convertido en una potencia mediana y debe aceptarlo o si, al contrario, puede tener todavía un sueño de grandeza. En estas elecciones esta crisis alcanza su madurez.

P.- ¿Qué candidato encaja mejor en el alma de Francia?

R.- Nicolas Sarkozy, en sus discursos fundamentales, coincide con esa idea de Francia, aunque yo no pido el voto para él y, de hecho, no sé por quién voy a votar. Es presentado como un neocon proamericano y liberal ajeno a la tradición. Creo que es, sobre todo, un pragmático suficientemente inteligente para saber que tiene que hacer ese discurso si quiere ser elegido.

P.- ¿Su pronóstico para la primera vuelta del domingo?

R.- Sarkozy-Royal.

P.- ¿Y en la segunda vuelta?

R.- No lo sé. Esto es una elección presidencial por sufragio universal, pero su mezcla con la televisión y con el escepticismo sobre los programas la ha convertido en un referéndum pro o contra Sarkozy. Sarkozy -y ese es su problema- suscita en una parte de la población una verdadera reacción de odio que no tiene nada que ver con la razón, es algo más profundo.

P.- ¿De quién es la culpa?

R.- Él tiene una parte de responsabilidad. Por la violencia de su discurso. Se presenta como alguien que quiere hacer una terapia de choque. Tiene un problema de imagen: da miedo a una parte del electorado. No es algo racional.

P.- ¿Usted sigue siendo un hombre de izquierdas?

R.- Mi historia está en la izquierda. Continúo creyendo en el progreso, en la Ciencia. Pero más allá de esos valores de referencia, el paisaje del mundo y de la sociedad francesa ha cambiado tanto en los últimos 50 años que hay que modificar completamente el escenario político.

P.- ¿Una alianza entre socialistas y centristas desestabilizaría a Royal?

R.- No creo. Si la política perteneciera a la esfera de la razón, es verdad que nada separa en términos programáticos a los socialdemócratas de los demócratas-sociales.

P.- ¿Corre Francia el riesgo de encontrarse con Le Pen clasificado para la segunda vuelta como en 2002?

R.- Personalmente no lo creo, pero [...] soy prudente. Los cuatro candidatos principales están separados en la mayoría de las encuestas por cuatro o cinco puntos, más o menos el margen de error de los sondeos. Sume el 25% de indecisos... Una segunda vuelta Sarkozy-Le Pen sería dramática, porque nos evitaría una verdadera confrontación.

P.- ¿Quién tuvo la culpa en 2002?

R.- La izquierda, que estaba autosatisfecha y que aún continúa diciendo que el balance [del Gobierno de Lionel Jospin] era muy bueno. Falso, desmintieron los electores. La izquierda no supo ver la importancia de temas como la seguridad, el patriotismo. Esto ha cambiado.

P.- ¿Royal es el Blair que necesitaba el Partido Socialista Francés?

R.- No estoy seguro de que Royal sea el blairismo. La conozco muy bien. Cuando yo estaba en el Gobierno, hace 25 años, mi director de Gabinete era François Hollande, su pareja. No hay que olvidar que Royal aprendió política con François Mitterrand. Estuvo ocho años en el Elíseo con él. Y eso quiere decir aprender a hablar dos lenguajes, el que te permite llegar al poder y el que te permite permanecer. Lo demás no vale la pena. Era una escuela de cinismo político. Si hay que hablar de Blair para seducir a los nuevos militantes del PSF, se habla de Blair. Si para llegar al electorado hay que hablar de la rapiña de los bancos, se habla.

P.- ¿Usted cree que Francia está amenazada por el comunitarismo?

R.- Es un problema real. Francia va a ser mestiza y eso no es un problema. ¿Pero aceptarán los nuevos franceses que llegan del sur del Mediterráneo valores esenciales como el laicismo? Creo que sí. Siempre que el Gobierno sea firme. Por ejemplo, con la ley que prohibió el velo.

P.- ¿Deberían pasar los inmigrantes un examen de lengua y civilización como se hace en EEUU?

R.- Sí, como hacen holandeses e ingleses. Estoy completamente en contra de regularizaciones masivas como la que hizo Zapatero.

P.- ¿El alma francesa está también amenazada por la construcción de un alma europea?

R.- No creo. Francia forma parte de la civilización europea que tiene raíces judeocristianas. Por eso, soy hostil a la adhesión de Turquía. Soy partidario de la construcción europea como objetivo. Sueño con una gran potencia europea con su diplomacia, etcétera. Pero eso es una utopía. Así que voté no a Maastricht y a la Constitución. No se puede construir Europa limitando la soberanía nacional. Podemos hacer cosas en común, pero no decretar que las naciones se han acabado. Formar un pueblo europeo costará siglos. Hay que ir paso a paso. Decir que la nación es algo obsoleto es falso.

P.- ¿Bayrou es el candidato de los que votaron sí a la Constitución?

R.- No sólo. Los tres candidatos principales de esta campaña estaban por el sí. Eso explica el escepticismo de los franceses. Si fuéramos un país democrático, al día siguiente del fracaso del referéndum deberían haber dimitido el presidente de la República [Jacques Chirac] y el primer secretario de los socialistas [François Hollande], quienes lideraron la campaña del sí.

P.- ¿Cómo explica el éxito de Bayrou?

R.- En Francia siempre hubo un centro que conquistó incluso la Presidencia con Giscard d'Estaing. Representa entre el 12% y el 18%. Bayrou coniguió darle nueva vida gracias a su talento y a que se posicionó contra Sarkozy. Si consigue ser segundo pondrá de manifiesto la crisis que atraviesa a la izquierda.

P.- ¿El terrorismo islámico es un problema exterior?

R.- El terrorismo islámico plantea dos problemas. Uno técnico, cómo evitar los atentados. El segundo es que los terroristas quieren impedir que los musulmanes se integren y acepten valores como el laicismo.

P.- ¿Y ETA? ¿Se ha equivocado Zapatero intentando dialogar con los terroristas?

R.- Sí. Me puede contraponer el ejemplo irlandés. Pero allí el Reino Unido rompió las filas del terrorismo por medios bárbaros. Allí dejaron morir en la cárcel a los huelguistas de hambre. No sé si eso es bueno, pero así pasaron las cosas.

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