JACOBO GARCIA. Especial para EL MUNDO
MÉXICO DF.-
Fue de forma casual y junto a las nuevas oficinas de la Fiscalía que se construyen en la ciudad de Tula en el Estado de Hidalgo. Una enorme cavidad se abrió entonces y aparecieron los restos de un grupo de niños sacrificados hace más de 1.000 años en honor a Tláloc, el Dios de la lluvia según la cosmovisión maya. Veinticuatro menores, rodeando el esqueleto de otro más colocado dentro de un altar, que el lunes fueron exhibidos, un mes después de ser localizados.
Los cuerpos, degollados y desmembrados, aparecieron reunidos en un espacio de apenas cuatro metros y coronados por una cabeza de Chac-mol, figura prehispánica en la que se depositaba el corazón de los sacrificados, y con los restos semicalcinados de otro infante. «Las características del lugar nos llevan a pensar que fue una muerte simultánea, probablemente un sacrificio», explicó el arqueólogo Luis Gamboa Cabezas, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México
Según el especialista el hallazgo, fechado entre el 950 y el 1150 d.c., cambia la visión pacífica que hasta ahora se tenía de los Toltecas, la cultura predominante en esta zona del centro del país hasta la llegada de los conquistadores españoles. Junto al grupo de niños, con edades que van de los 5 a los 15 años, aparecieron también cientos de pequeñas figurillas relacionadas con Tláloc provenientes de distintos puntos de México, pero también de Guatemala y Nicaragua. Para los arqueólogos, esta circunstancia y la forma en que estaban dispuestas, con la cara al sol, relacionan el sacrificio con los ciclos de la lluvia.
Gamboa adelantó que el grupo de niños sacrificados podría haber sido traído desde lo que hoy se conoce como Estado de México y que rodea la capital.
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