Miércoles, 18 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6331.
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 CULTURA
El Gobierno alemán se niega a que Nefertiti regrese a Egipto
El Cairo se vengará rechazando ceder más fondos a Berlín en el futuro
CARLOS ALVARO ROLDAN. Corresponsal

BERLIN.- La reina Nefertiti no podrá volver a casa, Egipto, ni siquiera por unas cortas vacaciones de tres meses. El considerado símbolo de la perfección femenina, de 3.400 años, está demasiado mayor para viajar, ha venido a decir el ministro alemán de Cultura, Bernd Neumann.

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La respuesta de El Cairo fue fulminante: si Nefertiti -su nombre significa «la belleza ha llegado» en el idioma del antiguo Egipto- no es cedida para una exposición temporal en sus antiguos dominios junto al río Nilo, el país africano «no organizará jamás» nuevas exposiciones arqueológicas en Alemania. Así lo advirtió el responsable máximo de arte y patrimonio en Egipto, Zahi Hawass, apoyado por la directora del Museo de Arte Egipcio de El Cairo, Wafaa el Sadik.

La idea de enviar a Egipto antes de 2009 el busto de la faraona -48 centímetros, en piedra caliza policromada- había partido de la ONG CulturCooperation, creada en 1986 al amparo de la Comisión Europea y destinada a promover el intercambio cultural entre Europa y los países de Asia, Africa y Latinoamérica que sufrieron el expolio de sus riquezas culturales durante el oscuro periodo colonial.

En su página de internet, la organización invita al visitante a votar si la esposa de Amenofis IV, faraón luego conocido como Akhenatón, de la dinastía XVIII, debe recibir el permiso para viajar y si debe regresar definitivamente a Egipto o permanecer en Berlín.

A la espera de que finalice el escrutinio, la controvertida figura, cuya devolución ha sido exigida en numerosas ocasiones por las autoridades de El Cairo desde que partió para Alemania hace 90 años, reposa protegida del polvo y de los desaprensivos en el interior de una vitrina blindada del Altes Museum de Berlín hasta poder regresar en 2009, tras su rehabilitación, al Neues Museum, su ubicación original.

Nefertiti, monarca declarada «esposa divina» y que logró que su marido reinstaurase por un corto periodo el culto a un único dios, Atón (el Dios-Sol), acabó por retirarse misteriosamente entre circunstancias nunca bien aclaradas. A lo largo de los años, se ha hablado de crisis matrimoniales, religiosas y políticas, además de relacionarla con los problemas financieros ocasionados por el traslado de la capital imperial de Tell-el-Amarna.

Muchos de los edificios de la ciudad fueron devorados por la arena del desierto antes incluso de llegar a ser utilizados y la momia de la reina, perdida entre los escombros, jamás apareció.

Entre las ruinas, sin embargo, apareció el busto de Nefertiti, hallado por el arqueólogo alemán Ludwig Borchardt en 1912. Tras algunas peripecias nunca aclaradas, la pieza acabó en poder del filántropo James Simon, quien, a su vez, la regaló, junto a otros 5.000 objetos de arte egipcio, a las autoridades alemanas. En este país se expone desde 1924, con gran escándalo en su momento para el Gobierno de El Cairo, tutelado en aquellos días por el Imperio Británico.

El ministro alemán Neumann, quien habitualmente se ha mostrado favorable al préstamo internacional de obras de arte, insistía esta semana en que la compra del busto fue legal y en que su Gobierno no quiere ni oír hablar de devolver la pieza a Egipto. En cuanto a su cesión temporal, «sería irresponsable por razones de conservación».

Éste no es el primer intento de llevar a Nefertiti a Egipto. A principios de los años 30, se llevaron a cabo negociaciones para su regreso, pero Hitler, quien calificó la obra de «autentico tesoro», se negó a continuar con las conversaciones. El dictador nazi había pensado en Nefertiti para adornar su Germania, la capital del III Reich que jamás llegó a construir.

Nefertiti es sólo una de las obras que reclama El Cairo. A ella se unen, entre otras, la piedra de Rosetta, la llave para descifrar los jeroglíficos, hoy en el British Museum, y el zodiaco del templo de Denderah, expuesto en el Museo del Louvre parisino.

«Esta vez, no hemos pedido el regreso de Nefertiti», aseguraba estos días un portavoz oficial egipcio. «Pero, obviamente, lo que no está en discusión en absoluto es que la obra es egipcia».

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