Miércoles, 18 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6331.
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PANICO EN EL CAMPUS / El estudiante surcoreano Cho Seung-Hui provocó la masacre de la Universidad Técnica de Virginia / Dejó una nota en la que hacía referencias despectivas a los «niños ricos» y «charlatanes tramposos»
Un estudiante surcoreano que se ensañó con las víctimas fue el autor de la masacre de Virginia
El asesino de 32 personas dejó una enigmática nota que dice: «Vosotros fuisteis la causa de que hiciera esto»
CARLOS FRESNEDA. Enviado especial

Cho Seung-Hui, un solitario y «problemático» estudiante surcoreano de 23 años, matriculado en Filología Inglesa, fue el autor de la masacre de la Universidad Técnica de Virginia. Antes de asesinar a 32 personas y quitarse la vida, Seung-Hui dejó escrita una larga nota en la que podía leerse: «Vosotros fuisteis la causa de que yo hiciera esto». En ella también criticaba a los «niños ricos».

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El jefe de Policía de la Universidad, Wendell Finchum, afirmó ayer que la investigación no ha determinado aún cuál fue el móvil de la matanza, pero el hallazgo de la nota -difundido ayer por la cadena ABC- apunta hacia la hipótesis de una venganza.

Según los investigadores, Cho podría estar tomando antidepresivos. Sus compañeros de clase y sus vecinos del Harper Hall destacaron que se comportaba de un modo «extraño y errático» en las últimas semanas. «Era un tipo oscuro y de pocas palabras», declaró Mike Lee. «Siempre temimos que fuera capaz de hacer algo malo», relató Stephanie Derry, compañera de clase en la Facultad de Filología. «Cuanto supe que había sido él, me puse a llorar y a gritar».

En una obra compuesta para la clase de Escritura Creativa, Cho fantaseó con la venganza a tiros de un grupo de estudiantes contra un profesor que había abusado sexualmente de ellos. En otra, un padrastro y un hijastro emprendían una pelea a martillazos y con un sierra eléctrica. Una profesora llegó a recomendar que fuera supervisado por un «consejero psicológico».

Según la policía, el cuerpo sin vida del asesino fue hallado con un posible mensaje escrito en tinta roja -Ismail Aix-, aún no descifrado.

Según el Chicago Tribune, la nota de despedida de Seung-Hui también hace referencias despectivas a los «charlatanes tramposos».

Sus dos primeras víctimas fueron Emily Hilscher y Ryan Clark, que vivían en habitaciones contiguas (4040 y 4042), en los dormitorios del West Ambler Johnston Hall, donde Seung-Hui inició su periplo asesino a las 7.15 horas.

El presidente de la universidad, Charles Steger, confirmó ayer que la policía estimó en principio que se trataba de un incidente aislado y no creyó necesario evacuar el campus.

«Pensamos que teníamos la situación bajo control», declaró ayer Steger. «Nadie podía prever lo que ocurrió dos horas después».

Hasta las 9.26 horas no se envió el primer e-mail a los 26.000 estudiantes de la universidad, que supieron lo que estaba ocurriendo por la televisión e internet. A esas horas, Seung-Hui se había fortificado ya en el interior del Norris Hall, disparando de aula en aula con sus dos pistolas.

En la mochila llevaba aún la factura de la Glock de nueve milímetros adquirida el 13 de marzo en una armería de la cercana ciudad de Roanoke por 571 dólares. También compró en esa ocasión 50 balas y luego esperó un mes -la única traba legal del estado de Virginia- para adquirir la segunda y consumar su plan.

El Norris Hall permanecía ayer acordonado y custodiado por la policía, como una macabra réplica del Instituto Columbine. Al portavoz de la Policía Estatal de Virginia, Steven Flaherty, le tembló la voz al recordar la escena del crimen: «Había sangre por la escalera y por los pasillos. Los 30 muertos se produjeron en cuatro aulas, y en algunas de ellas los cadáveres estaban amontonados».

El doctor Joseph Caccioppo, del Hospital Regional de Montgomery, certificó así la saña del asesino: «No había una sola víctima que no tuviera menos de tres disparos».

La estudiante Erin Sheehan, de 19 años, recreaba ayer la escena por activa y pasiva ante las cámaras que invadieron el campus: «Iba vestido como un boy-scout, con un chaleco negro para las municiones... Entró en clase de alemán y se puso a disparar. Todos nos tumbamos y yo me hice la muerta. Se fue y volvió en 30 segundos. Bloqueamos la puerta con una barricada y se puso a pegar tiros».

El presidente de la universidad pidió paciencia a alumnos y padres, y advirtió de que el proceso de identificación de las víctimas será largo.

La universidad fue criticada también ayer por la tardanza con la que reveló la identidad del homicida, que resultó ser un estudiante y no un intruso, como se especuló en principio. El jefe de policía Finchum afirmó que esto se debió a la dificultad para recabar información sobre Seung-Hui, con fama de solitario y sin casi conocidos en el campus.

Los padres de Cho Seung-Hui son inmigrantes surcoreanos y viven en Centreville, en las afueras de Washington. La familia llegó a EEUU hace 15 años y el joven figuraba como «extranjero residente», lo cual facilitó la compra de las dos pistolas.

Pese al silencio oficial, todos los indicios apuntan a que Seung-Hui llevaba más de un mes tramando la matanza. La policía investiga si estuvo detrás de las amenazas de bomba en la universidad el viernes pasado para poner a prueba la seguridad.

La estudiante Chen Chin-hau, que conocía al asesino y a la primera víctima, dijo a una televisión taiwanesa que todo empezó con una violenta discusión a primera hora de la mañana del lunes, que creó un gran alboroto en los dormitorios del West Ambler Johnston Hall. «Lo siguiente que oímos fueron los disparos en la habitación de Emily [Hilscher]», declaró. «El supervisor de los dormitorios se asomó a ver lo que ocurría y fue recibido también a disparos».

Hilscher y Ryan Clark, de 22 años, estudiante y supervisor, fueron las dos únicas víctimas en los dormitorios. La policía llegó en pocos minutos y acordonó el edificio en busca del agresor. Pero Cho Seng-Hui había dejado ya el lugar de autos y enfilaba hacia el norte del campus con su sudadera negra, sus dos pistolas y su chaleco cargado de municiones.

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