España acoge a muy pocos refugiados iraquíes. Apenas son 48 personas, algunas llegadas antes de 2001 durante la época de Sadam Husein. El año pasado, se tramitaron en España 42 nuevas peticiones de asilo y de ellas se reconoció el estatuto de refugiado a 12 personas. Otros 21 iraquíes sólo lograron protección complementaria (la concesión de permisos de residencia). Son datos de la sección española del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
La cifra es muy simbólica, pero este año podría aumentar. Sólo durante enero y febrero de 2007 España ha recibido 729 solicitudes de asilo político por parte de ciudadanos iraquíes (de un total de 1.531 peticiones de personas procedentes de distintas nacionalidades). «El 90% de estas peticiones se han presentado en las embajadas españolas de los países vecinos y no en el mismo Irak. La mayoría proceden de El Cairo», explica María Jesús Vega, portavoz de la delegación de ACNUR en España. Lo tendrán difícil, dado que el porcentaje de admisión de refugiados en España es muy bajo. «De las 5.300 peticiones de asilo de todo el mundo examinadas en 2006, el 7,7% han obtenido bien el estatuto de refugiado o bien alguna protección en España», indica Vega.
Los trámites les pueden llevar entre 12 y 18 meses, aunque la legislación señala que la persona solicitante de asilo debe tener una respuesta en seis meses. «En concreto, en Irak, España intenta impulsar casos muy claros y vulnerables para que sean estudiados por la comisión», dice Vega. «Pero, dadas las medidas de control de la UE para frenar la inmigración, muchos refugiados recurren a la vía ilegal», constata la portavoz de ACNUR.
«Blindaje de fronteras»
Otras fuentes señalan las dificultades de los iraquíes para conseguir huir a España. Carlos Varea, coordinador de la Campaña Estatal contra la Ocupación y la Soberanía de Irak (Ceosi), afirma que España «ha blindado sus fronteras porque recibe decenas de solicitudes al día en Bagdad, Amán y Damasco», según ha podido confirmar él mismo con fuentes de las propias embajadas. «El Gobierno español ha reconocido al iraquí, y por tanto, al proceso político. Por eso no puede admitir que existe una crisis de emergencia dejando entrar a los iraquíes que quieren huir de la violencia». Según Varea, España está viviendo una auténtica «avalancha» de solicitudes, que se circunscribe en una tendencia generalizada en toda Europa.
El aumento de refugiados refleja una mayor presión dentro de Irak, en el contexto de violencia redoblada y de limpieza intersectaria. Desde el bombardeo de la mezquita de Al Askari de Samarra -un importante centro de culto chií-, en febrero de 2006, los desplazados iraquíes que tienen que abandonar sus hogares para evitar la muerte por pertenecer a un grupo religioso se cuentan en 50.000 al mes. Esto ha originado la crisis humanitaria más grave en Oriente Próximo desde 1948: cuatro millones de refugiados dentro y fuera de la antigua Mesopotamia.
La mayor parte se instalan en los países vecinos y sólo unos pocos solicitan acogida en países occidentales. En 2006, un total de 22.155 iraquíes decidieron mudarse a estados de la Unión Europea, Canadá o Estados Unidos. En Europa, los países que más número de peticiones de asilo recibieron el año pasado por parte de nacionales iraquíes son Suecia, con 8.900 solicitantes; Países Bajos, con 2.775; Alemania, con 2.000 y Reino Unido, con 1.300.
Alemania es el país europeo que más refugiados iraquíes acoge en su suelo. A finales de 2004, eran más de 68.000. Pero en este país se produjo un grave retroceso. Tras la caída de Sadam, Berlín revocó el estatuto de refugiado a 19.000 personas que lo habían obtenido durante la dictadura, argumentando que la situación había cambiado y ya no había peligro. «Algunos pudieron regularizarse, pero otros se encuentran ahora en un limbo legal, sin poder volver a su país y viviendo como inmigrantes ilegales», relata la portavoz de ACNUR.
EL DOLOR DE CABEZA DE ZEBARI.
DENIS BALIBOUSE / REUTERS
A pesar de que el ministro de Exteriores iraquí, Hoshyar Zebari, aseguró ayer en Ginebra que las cosas mejoraban en su país, su rostro parecía reflejar lo contrario.