Miércoles, 18 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6331.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Toros
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
Nunca olvido una cara pero con la suya voy a hacer una excepción (Groucho Marx)
 OPINION
COMENTARIOS LIBERALES
La Malemérita
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

Desde los tiempos de Roldán no había aparecido la Malemérita, es decir, los agentes que hacen todo lo contrario que se espera de la Benemérita o Guardia Civil. En aquellos tiempos de delito uniformado y latrocinio desaforado, siempre protegidos por el equipo mediático habitual, hubo secciones especiales dedicadas al delito. Para cometerlo y no para perseguirlo. Sea amedrentando a los guardias decentes, sea robando a delincuentes comunes, sea acosando a periodistas malignos, o sea, contrarios al PSOE y al célebre ladrón zaragozano, a quien, ojo, sólo la delación de otro amigo de lo ajeno instalado en Interior impidió llegar a ministro.

Total, que entre la «patada en la puerta» corcuerense y los pata negra roldanianos, España estuvo a los pies de los caballos. O de los mulos. Pero la Malemérita, esos guardias civiles que hacen cualquier cosa menos lo que desde tiempos del Duque de Ahumada se espera de ellos ha reaparecido. Y lo ha hecho, cómo no, a propósito del 11-M. Por lo visto, en los meses anteriores al 11-M, detener y soltar a 'El Chino', supuesto cerebro político-religioso-militar de la trama dizque islamista, se había convertido en una especie de rito de paso para los jóvenes agentes de la Guardia Civil.

Y pocas veces he sentido tanta vergüenza ajena, aunque seguramente no tanta como los guardias civiles honrados, que son la gran mayoría, como cuando vi declarar ante un abogado medrosito a la pareja de guardias que detuvo a El Chino la primera vez en su edad delictiva contemporánea, es decir, cuando había visto a Alá en una extraña prisión marroquí allá por el Sáhara, pero provista de todas las comodidades.

Estos guardias le encontraron varios cuchillos de enormes dimensiones, de los que no se pueden llevar; una maceta de albañilería para descrismar a cualquiera; un fajo de billetes de un dedo de grosor, un pasaporte falso, una coartada bilbaína más falsa aún y dos maletas de ropa robada, sobre todo en el Corte Inglés, que todavía conservaba el dispositivo antirrobo. Por recochineo, supongo. Pero es que, además, El Chino les insultó («racistas») y les amenazó («os vais a enterar»), dos actitudes que desde siempre han suscitado gran simpatía en los guardias de a pie. Vamos, que tú insultas y amenazas a una pareja de la Benemérita y es que se muere de risa y luego te invita a una cerveza.

Pese a todo, con sólo una multita por los cuchillos, soltaron a El Chino y hasta empujaron su coche porque no arrancaba. El suceso es tan inverosímil que sólo se explica de dos formas: o los guardias hicieron lo contrario de lo habitual y sólo porque se lo ordenaron sus jefes o esta pareja hizo algo que ya sería costumbre en la Benemérita: no detener al delincuente. Mejor pensar lo primero, aunque suponga perjurio ante el juez. Uno más.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad