Hay científicos que sostienen que los números primos existen al margen del conocimiento humano como, por ejemplo, la ley de la gravedad. Según esta concepción, los números primos serían universales y dos civilizaciones distantes en el Universo compartirían al menos los mismos números primos. Por eso, el astrónomo Carl Sagan creía que el sistema más comprensible para hacer entender que había vida inteligente sobre la Tierra era emitir series de números primos.

Esta idea es cuestionada por algunos filósofos que consideran que resulta ridículo creer que los números y la lógica existen fuera de nuestro entendimiento. Hume estaría seguramente de acuerdo con ellos.

Los chinos comparaban en la Antigüedad los hombres con los números y estaban firmemente convencidos de que las mujeres eran números divisibles y los varones, por el contrario, números primos. Lo que es cierto es que el comportamiento y la naturaleza de los números es tan poco previsible como el de los seres humanos. Y no digamos de los políticos y de los intelectuales, que se creen tan únicos y singulares como los números primos.

Ahí está, por ejemplo, Alberto Ruiz-Gallardón, encantado de haberse conocido. Es un número primo de la política española, ya que su comportamiento es totalmente impredecible. Ni siquiera es fácil determinar a qué partido pertenece. Ruiz-Gallardón sólo es divisible por sí mismo.

Pero el gran número primo de la política nacional es José Luis Rodríguez Zapatero, un presidente de Gobierno inclasificable, de infinitas ocurrencias y cuyo carácter es tan díficil de descifrar como la Hipótesis de Riemann.

Tal vez haya que esperar también hasta el próximo siglo para valorar lo que ha querido hacer este hombre y para comprender la lógica secreta de sus actuaciones como presidente del Gobierno, en especial, su negociación con ETA si es que ha existido.

Riemann estaba convencido de que los números primos encierran una clave misteriosa cuyo descubrimiento podría hacer evolucionar a las matemáticas hacia una dimensión superior. Igual nos sucede con Zapatero. Todo lo que hace nos parece caótico y sin sentido, pero seguramente obedece a unas leyes ocultas que debemos descifrar para entender el sentido de la política de este Gobierno. Al igual que no podemos saber si un número de 1000 dígitos es divisible, estamos condenados a una sensación de permanente incertidumbre sobre todo lo que atañe a nuestro presidente.