LAZARO COVADLO
Stefan Sweig, que sabía bucear en las profundidades de las aberraciones emocionales, puso ese título a una de sus novelas: Amok. Al parecer es voz malaya: nombra la reacción asesina de un sujeto que, tomado por una furia insoportable, mata en un corto lapso de tiempo a todo el que tiene a mano. Los psiquiatras lo llaman «crisis catatímica». Amok queda más exótico, comoquiera que sea, es cosa mortal.
La semana dio comienzo con una de esas noticias catastróficas que periódicamente sacuden a la opinión pública. Alguien exterminó a disparos a más de 30 estudiantes en la Universidad Técnica de Virginia (USA). Después, como suele suceder, se suicidó.
El pobre infeliz no ha tenido una idea muy original: hace décadas que vienen ocurriendo sucesos de esta índole. La prensa siempre los destaca sobre otras muertes masivas con mayor cantidad de cadáveres: los que diariamente mueren en Irak, casi siempre a causa de atentados igualmente suicidas; los genocidios habidos en Camboya, a cargo de los jemeres de Pol Pot; el genocidio de Ruanda, y el más reciente en Sudán. Pero claro, las barrabasadas de las muertes en los campus pareciera que quedaran más cerca de casa. Ya sentenció en su día otro gran asesino (Stalin), que una sola muerte es una tragedia y un millón una estadística.
En todo caso, el suicida asesino de Virginia podría envanecerse por haber superado otra siniestra marca: en 1966 otro demente se subió a una torre en la Universidad de Austin, en Texas, y se puso a disparar durante una hora y media: 16 muertos y tres decenas de heridos. Deberían saber el que libro Guinness de los Records no registra estas depravaciones.
Nótese que puse suicida asesino en lugar de asesino suicida.Este último es el que tiene por objetivo prioritario matar a los demás, como los hombres bomba de Irak y Palestina, o los fanáticos que estrellaron los aviones contra las Torres Gemelas y otros objetivos el 11 de septiembre de 2001. Inversamente, la prioridad del suicida asesino es acabar con su vida. Será porque juzga que la misma no tiene sentido o porque odia este mundo en el que nació. Lo que pasa es que es tan estúpidamente gregario que no quiere irse solo al otro mundo, y entonces se lleva consigo a otra gente que tal vez sí le encuentra sentido a la vida... y que no tiene nada que ver con sus problemas. Alguien me pregunta qué puede haber pasado por su cabeza. Qué sé yo qué le pasa por la cabeza a esta clase de gente. A Thomas Alva Edison le pasó por la cabeza que si calentaba un filamento en el vacío irradiaría luz, y ahora tenemos luz eléctrica. El señor Singer soñó que lo perseguían unos salvajes con lanzas agujeradas en la punta. Así inventó la máquina de coser y se hizo rico. A Louis Pasteur le pasó por la cabeza que si inoculaba virus desactivados podían prevenirse ciertas enfermedades: descubrió la vacuna.A los asesinos universitarios le pasan otras cosas por la cabeza; cosas siniestras y mortíferas. Los malayos lo llaman amok.
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