XAVIER MARCÉ
Aun a costa de repetirnos, conviene aprovechar cualquier ocasión posible para denunciar la absurda, mezquina y sobre todo innecesaria utilización de un espacio público como el que ofrece Telemadrid para elaborar un informe tan manipulador y confuso como el documento sobre el uso de la lengua catalana emitido hace unos días.
Evidentemente no explica nuestra realidad, lo cual es notorio para todo aquel que vive en Cataluña e incluso para el que tiene una relación tangencial con ella. Aún estando en periodo electoral y dando por supuesto que en tales circunstancias todo vale, se hace difícil entender a quien beneficia un disparate de tal magnitud.A la cuota de votantes radicales del PP español (que afortunadamente no son todos) el teórico separatismo lingüístico catalán no añade gran cosa a su eterno listado de horrores segregacionistas.
En Cataluña, por su parte, un documental de esta naturaleza provoca reacciones evidentes. Al nacionalista catalán le regala un plus de argumentos antiespañoles y al PP catalán le quita los pocos argumentos que componen su ya de por si complicada estrategia.Habrá quien dirá que con eso se apoya la crítica de ciertas bases socialistas disconformes con la tolerancia que Montilla manifiesta sobre algunas actitudes de ERC, o que se refuerza la posición de Ciutadans per Catalunya. En realidad son criterios absurdos porqué nadie que no anteponga su ideología al sentido común puede estar de acuerdo con los argumentos que nos ofrece el documental.
No se si algún ciudadano de Toledo, Valladolid o Sevilla ha tenido problemas para comprar el pan o el periódico en Cataluña aunque lo dudo, lo que si sé es que muchos ciudadanos catalanes han triunfado en el mundo de los negocios, de la cultura o de la ciencia sin utilizar el catalán habitualmente lo que no supone necesariamente ningún tipo de animadversión hacia nuestra lengua.
El conocimiento del castellano está plenamente garantizado en Catalunya aunque otra cuestión sea la calidad de la enseñanza y la rapidez de su aprendizaje, pero las estadísticas demuestran de manera incuestionable que problemas de esta naturaleza son de similar gravedad en otras comunidades, por lo que el etnocentrismo lingüístico que defienden ciertas posiciones políticas españolas no tiene cabida en nuestro marco constitucional y estatutario y no sólo por cuestiones jurídicas sino de índole pragmático.El castellano es y probablemente seguirá siéndolo, el idioma franquicia para una parte esencial de la vida social, económica y cultural catalana.
Es cierto que la escolaridad en castellano no resulta fácil ni cómoda en Cataluña, pero es falso que de ello se deduzca cualquier tipo de discriminación. El idioma que debemos proteger es el catalán y lo digo sin hacer de ello una cuestión identitaria porqué su implantación social y cultural es claramente minoritaria.Los catalanohablantes que fuimos educados durante el franquismo tuvimos que hacer un sobreesfuerzo para aprender los rudimentos gramaticales del catalán, en la actualidad no conozco a ningún joven de 15 años que no tenga una perfecto conocimiento del castellano.
Cuando se vive una situación de bilingüismo legal no hay otra opción que tomar partido y la inmersión educativa es sensata e integradora. Creo con toda sinceridad que esa política ha permitido que la evolución de Cataluña haya transitado por derroteros distintos a los de los vascos y que ha evitado la consolidación de una sociedad fragmentada que quizá le fuera útil a los intereses del PP, pero en absoluto a los catalanes.
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