Jueves, 19 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6332.
ÚLTIMAS NOTICIAS TU CORREO SUPLEMENTOS SERVICIOS MULTIMEDIA CHARLAS TIENDA LOTERÍAS
Primera
Opinión
España
Mundo
Ciencia
Economía
Motor
Deportes
Cultura
Toros
Comunicación
Última
Índice del día
Búsqueda
 Edición local 
M2
Catalunya
Baleares
 Servicios 
Traductor
Televisión
Resumen
 de prensa
Hemeroteca
Titulares
 por correo
 Suplementos
Magazine
Crónica
El Cultural
Su Vivienda
Nueva Economía
Motor
Viajes
Salud
Aula
Ariadna
Metrópoli
 Ayuda 
Mapa del sitio
Preguntas
 frecuentes
La preocupación es un juicio que espera las pruebas (Antoine Rivarol)
 CATALUNYA
Ventura Pons filma los secretos que la muerte no se puede llevar
El director finaliza el rodaje de su nueva película, protagonizada por Núria Espert, Rosa Maria Sardà y Josep Maria Pou
ELENA CUESTA

BARCELONA.- En un piso del Eixample, de techos altos, papel pintado y suelos de cerámica catalana, la muerte hace su entrada para airear todos los secretos.

Ventura Pons presentó ayer el final de rodaje de su nueva película, Barcelona (un mapa), en el que ha enrolado a Núria Espert, Rosa Maria Sardà, Josep Maria Pou, Jordi Bosch, María Botto y Pablo Derqui para contar la historia de un enfermo terminal que pide soledad en sus últimos días de vida.

Aunque Barcelona sale mucho (como en todas sus películas, la ciudad es un personaje más, a veces como observadora, a veces como parte implicada), toda la acción sucede en un piso del Eixample, en un punto indeterminado de esa red cuadriculada que ordena una parte de la ciudad. Dentro de la vivienda, también se pide orden. Y un poco de paz. En el piso viven un matrimonio de ancianos, el hermano de ella y tres realquilados (una profesora de francés, un joven vigilante de seguridad y una muchacha sudamericana), hasta que el abuelo les reúne a todos para pedirles que se marchen, porque va a morir y quiere pasar esos momentos en la más absoluta soledad. Pero esta petición desatará otras muchas cosas y la homosexualidad, el incesto, el adulterio y otros secretos se entrecruzan en la vida de los personajes.

En la presentación del final del rodaje (ahora empieza la otra mitad de la película, que es el montaje), los premios Max de teatro brillaban con nombre propio. Y es que hacía sólo dos días que Josep Maria Pou recogía tres galardones por su La cabra o quién es Sylvia y que Lluïsa Cunillé -que ayer no estaba, porque rehúye las apariciones en público- recibía otro al mejor autor en castellano por Barcelona, mapa de sombras, que es la obra en la que se basa el guión de Pons. Por eso la celebración del final del rodaje se hizo en el escenario de la Sala Beckett.«Aquí fue donde empezó la película, fue donde se estrenó la obra de Cunillé y donde yo descubrí la historia», explicó el director, convencido de que «del teatro sale, a nivel mundial, la renovación de los contenidos en el cine».

En su caso, el realizador cogió de la obra esos personajes «ricos, extremos y complejos» que tiene la obra, pero «he hurgado más en su subconsciente y lo visualizo». Ha sufrido bien esa condición Núria Espert, que en su regreso al cine después de su anterior aparición en la pantalla grande (fue para otra película de Pons, Actrius) debe interpretar a una mujer mayor que ella y que vive hacia adentro. Es la esposa del moribundo y tiene un gran secreto que la oprime y que no puede explicar. «Acepté la propuesta de Pons, aunque dudé mucho de mí misma. No sabía si sería capaz de hacer delante de la cámara el mismo trabajo que hago con Chéjov».

Núria Espert se prometió que nunca más volvería a hacer cine.«Tomé esta decisión después de haber hecho unas cuantas películas que no me satisfacían. Sentía que en el cine era una pieza que se podía reemplazar en cualquier momento, pero en el teatro, en cambio, me podía realizar. Desde entonces que he dicho que no a todas las ofertas para el cine, hasta que Ventura Pons me trajo Actrius hace diez años», explicó ayer Espert, que sólo se deja tentar por el director catalán. «Me gusta como trabaja, el clima de serenidad que genera y está abierto a lo que tú piensas», agregó la actriz.

Josep Maria Pou no tuvo tantas dudas a la hora de dar el sí.Él es la otra mitad del matrimonio y también quedó prendado cuando vio la obra en Barcelona hace unos años. La función le ha perseguido de tal manera que al final acaba haciendo de protagonista para la pantalla grande. El suyo es un personaje grande: recorre el tramo final de su vida sin renunciar al gusto de travestirse -había sido portero de la ópera- y sorbiendo cada minuto que puede -su vejez no le impide sentir deseo y, claro, la más joven habitante del piso, la recién llegada de Argentina, acaba pasando por su cama-. En el filme, Pou interpreta a un señor de 80 años, pero no sale arrugado ni canoso. «Decidimos no preocuparnos tanto por la caracterización del personaje e incidir más en los gestos, la mirada y la manera de hablar. Creo que Ventura se ha arriesgado mucho en aceptar nuestras propuestas», elogió el actor el trabajo de un director que ha hecho tantas películas como años lleva dedicado al oficio.

recomendar el artículo
portada de los lectores
copia para imprimir
Información gratuita actualizada las 24 h.
 SUSCRIBASE A
Más información
Renovar/Ampliar
Estado suscripción
Suscríbase aquí
Suscripción en papel
  Participación
Debates
Charlas
Encuentros digitales
Correo
PUBLICIDAD HACEMOS ESTO... MAPA DEL SITIO PREGUNTAS FRECUENTES

elmundo.es como página de inicio
Cómo suscribirse gratis al canal | Añadir la barra lateral al netscape 6+ o mozilla
Otras publicaciones de Unidad Editorial: Yo dona | La Aventura de la Historia | Descubrir el Arte | Siete Leguas

© Mundinteractivos, S.A. / Política de privacidad