ELENA CUESTA
BARCELONA.-
Estaba en peligro y sigue aún en alerta roja. La Sala Beckett, uno de los teatros alternativos de Barcelona más veteranos y también más respetados por su labor en torno a las nuevas dramaturgias, no tiene su futuro asegurado. El grupo constructor Núñez y Navarro compró el edificio en cuyos bajos estás situada la sala y, en vez de asumir el contrato indefenido que la Beckett tenía con los anteriores propietarios, le ofreció otro por un periodo de cinco años. Tras un proceso de negociación que no ha llegado a buen puerto, los responsables del teatro han decidido llevar el conflicto a los juzgados.
El director de la Sala Beckett, Toni Casares, explicó ayer que para intentar consensuar una solución que fuera aceptable para ambas partes, ofrecieron a la constructora «un contrato temporal de 20 años»; también le propusieron que les indemniozaran en caso de tener que abandonar el local -que ocupan desde 1989- en el plazo de cinco años que ofrecía la constructora Nuñez y Navarro.
Pese a que los responsables de la sala teatral hayan decidido recurrir a los tribunales por la falta de acuerdo sobre el local, tienen previsto abandonarlo ya que consideran que precisan de más espacio para desarrollar sus actividades. «La Sala Beckett debe irse porque crece, no porque Núñez i Navarro nos eche», explicó Casares, que hizo hincapié en el hecho de que la sala ha establecido una serie de acciones tendentes a su internacionalización.Así, el próximo mes de julio está previsto realizar una semana intensiva de cursos de dramaturgia en los que participarán autores franceses, alemanes, canadiendes y británicos.
Sin embargo todavía no se ha encontrado un nuevo local, aunque Toni Casares explicó que «existe un interés por parte de todos de encontrar un nuevo espacio para que la sala pueda vivir».Por otro lado, Casares también dijo que la sala se ha reunido con la administración local, autonómica y la estatal para hablar del tema.
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