Hoy se cumplen 125 años de la muerte de Charles Darwin, el gran pionero que transformó la visión que el ser humano tenía de sí mismo, al proponer que nuestra especie (como todos los demás seres vivos) había evolucionado de organismos más sencillos, y que nuestros parientes más cercanos eran los simios. Más de un siglo después de su fallecimiento, las ideas de Darwin siguen enfrentando a los que han asumido la Teoría de la Evolución como un hecho innegable, y los que siguen resistiéndose a aceptar esta idea al considerarla una blasfemia humillante y ofensiva a los ojos de Dios.
A Frans de Waal, sin duda uno de los discípilos más importantes de Darwin en el mundo actual, le cuesta muchísimo entender la nueva guerra que se ha desatado entre darwinistas y creacionistas. «Para mí, todo eso es incomprensible», asegura el autor de 'El mono que llevamos dentro' (un título que sin duda hubiera sido del agrado del 'padre' de la evolución). Para De Waal, la realidad es que, con tal de que la Biblia no se interprete al pie de la letra, no tiene porqué existir un conflicto entre el darwinismo y la fe: «Si la religión es una forma de dar significado a la vida y orientar tu comportamiento, sin obligarte a aceptar un mito sobre la creación del mundo, puede ser perfectamente compatible con la evolución».
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