Jueves, 19 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6332.
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 CULTURA
La Academia de Bellas Artes abre todas sus salas tras cinco años a medio gas
ANTONIO LUCAS

MADRID.- La apertura de las nuevas salas de exposiciones de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando fue en su día algo así como un coitus interruptus. Después del desembolso de casi cinco millones de euros para la remodelación de los 1.777 metros cuadrados recuperados del edificio colindante (propiedad del Ministerio de Hacienda) y de la inauguración -el 14 de noviembre de 2002- con los Reyes por testigos, la institución se vio obligada a cerrar en 24 horas las 22 salas ganadas.

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La falta de personal para garantizar la seguridad de la obra expuesta en los nuevos espacios obligaron a tomar esta medida, que se ha prolongado por cinco años hasta que el impulso de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento, junto al Ministerio de Cultura, ha propiciado la apertura -¿definitiva?- de todo el espacio expositivo de la Academia.

La solución parece ser temporal, pues algunos de los 47 vigilantes con los que se ha duplicado el personal de la institución forman parte de la plantilla del Museo Cerralbo, cerrado por obras. «El Cerralbo estará así un mínimo de dos años. En ese plazo, esperamos solucionar definitivamente el problema. Hay buena intención por parte de los que estamos implicados en la mejora de la Academia», comentó ayer su director, Ramón González de Amezúa.

Se trata de uno de los cuatro mejores museos de Madrid, que acoge algunas piezas esenciales de la pintura desde el siglo XVI al XXI. «Tenemos obras de gran relevancia, como La primavera, el único cuadro de Arcimboldo que se conserva en España», subraya Amezúa. Otro de los grandes atractivos es la sala dedicada a Goya, donde cuelga La Tirana (1799) y un excepcional Autorretrato del artista aragonés. «También aprovechamos para mostrar las últimas adquisiciones: un conjunto de obras de Santiago Rusiñol», anuncia el director.

Hasta hace una semana, la Academia de Bellas Artes mostraba su amplia colección en días alternos. «Claro, ésa era la única solución posible. Unos días abríamos unas salas y al siguiente otras. De este modo, siempre hemos tenido expuestos nuestros fondos», ataja Amezúa, «aunque no con la continuidad necesaria que nos hubiese gustado. Por fin va a ser así. Ahora no habrá duda de que la nuestra es una de las pinacotecas de referencia en Madrid». De sus paredes cuelgan unas 400 obras, y conserva otras 1.200 en los almacenes. A escasos metros de la Puerta del Sol, la Academia recupera su brío, ¿para siempre?

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