MAURILIO DE MIGUEL
MADRID. - La gaita sigue dando que hablar más allá de su vinculación con la moda del baile campero y la música celta. Y, sobre todo, en manos de instrumentistas todoterreno como Carlos Núñez, que ha lanzado recientemente al mercado el álbum Cinema do mar, que comienza a explicar a partir de los recuerdos juveniles relativos a su patria chica: «Cuando yo era chaval, asistía en Galicia a sesiones de cine en mitad de la naturaleza que me han dejado el mejor sabor de boca. Aquella sensación me dio la idea del título para mi álbum. Y eso que, al aire libre, pienso que la mayor película es realmente una puesta de sol».
Bach, Ravel (con su Bolero), Joaquín Rodrigo (aplicado al adagio de El concierto de Aranjuez)... No pocos clásicos han pasado por el laboratorio instrumental de Carlos Núñez en esta grabación, hasta el punto de hacerle comentar: «El Bolero de Ravel cabe perfectamente en la escala de mi gaita porque, entre otras cosas, está inspirado en una pieza que ya existía en Aragón». Y, en cuanto a Bach, del que recrea el Preludio de la suite nº 1 para cello, Núñez también arriesga opinión: «Tengo razones para pensar que, en algún momento, el compositor alemán se inspiró en la música de la gaita».
Temas principales de bandas sonoras como las de La misión y El padrino también son recreadas por el gaitero gallego a sugerencia del cineasta Alejandro Amenábar, con quien ya había trabajado en la partitura de Mar adentro. «Amenábar es un creador vampiro, igual que yo», comenta el gaitero. «Cuando estás con vampiros, si son generosos, de ellos se aprende muchísimo... Hay artistas que permanecen 24 horas al día atentos a su mundo interior. También los hay, como Amenábar y yo, que tenemos todo el tiempo el radar puesto, esperando que cualquier pajarito que se nos mueve alrededor nos proporcione ideas nuevas. Yo no creo en los genios creadores, sino en la capacidad del artista para moldear las energías del inconsciente colectivo».
Verdad y naturalidad
Carlos Núñez señala a continuación la importancia del DVD documental que acompaña a su grabación musical, registrado por Robert Bellsolá. «En esta película, enseño el proceso de grabación que supone un CD. Así, logro comunicar la verdad y naturalidad de mi música, a la vez que demuestro vivir en un país sin fronteras armónicas, saltando continuamente, gracias a la tecnología, a California o Japón». Porque, según afirma, «la música instrumental, aquello que empieza cuando se acaban las palabras, es una llave para la libertad».
Y hace teoría del arte musical sobre la marcha: «Las culturas que más crean desde la base tradicional de las raíces son aquellas que pasan hambre. Donde hay hambre, hay también talento». Tampoco olvida valorar la world music, en la que a veces se le ha encasillado: «La world music británica me parece a veces superficial y oportunista».
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