Las dificultades económicas del grupo Ford hicieron saltar el pasado mes de marzo una relación con Aston Martin que duraba ya 13 años. Con poco más de 7.000 unidades vendidas en 2006, la firma de origen británico tenía difícil encaje en el gigante estadounidense.
Ahora, Aston Martin ha emprendido una nueva etapa bajo el control de dos grupos inversores de nacionalidad kuwaití que están representados por el empresario David Richards. Como condición para pagar a Ford 700 millones de euros por la marca, los inversores exigieron a Ford que Ulrich Bez, primer ejecutivo de Aston Martin desde hace siete años, continuara al volante.
Bez está convencido de que la operación beneficiará tanto a Aston Martin como a Ford, que, siendo un grupo especializado en vender millones de automóviles, estaba obligado a prestar excesiva atención y esfuerzos a una compañía con una estructura y un volumen de beneficios demasiado pequeños.
«Podremos actuar con mayor libertad y sin las obligaciones de cumplir con unos procesos internos tanto para la producción, como para otras muchas áreas de la compañía, que eran inevitables mientras estábamos bajo el manto de Ford», explica en declaraciones a EL MUNDO.
Poco en común
La separación de caminos entre la marca de lujo y el grupo automovilístico es considerada positiva también desde el punto de vista de la imagen dado que, según Bez, ninguna de las partes ganaba nada. «Cuando alguien compra un Ford no piensa que su coche tenga algo que ver con un Aston Martin. Es lo mismo que el caso de Rolls Royce con BMW. ¿Usted cree que le sirve de ayuda al fabricante de Múnich? En mi opinión es un error», afirma.
El principal responsable de Aston Martin opina que a partir de ahora la marca es más dueña de su futuro, al no quedar sujeta a las necesidades financieras que marca la pertenencia a una gran compañía y poder dictar sus propias reglas.
Traducida a la actividad de la exclusiva marca, esta opinión indica que los planes para producir el Rapide, un coupé deportivo de cuatro puertas, siguen adelante. Concretamente, el nuevo deportivo será lanzado antes de 2010. Aston Martin prepara ahora el plan industrial para aumentar la capacidad de producción en su planta británica de Gaydon. Los planes pasan por elevar la capacidad de la fábrica hasta 9.000 unidades anuales y centrarse mientras tanto en la fabricación de los modelos V8 Vantage en sus versiones coupé y roadster y en el deportivo DB9.
«Con los nuevos socios el dinero no representará ningún problema para desarrollar coches con la misma exclusividad y con menos limitaciones que las que hemos tenido hasta la fecha»,
Aristocrático y deportivo
Aston Martin es una compañía pequeña, con apenas 1.800 empleados, que construye sus modelos de una forma bastante artesanal en una única fábrica situada en la localidad inglesa de Gaydon. Las líneas suaves y elegantes de estos deportivos contrastan con la opulencia de otros vehículos exclusivos con los que compiten.
James Bond, el famoso miembro del servicio secreto británico, es uno de los incondicionales conductores de Aston Martin en la extensa filmografía que protagoniza el Agente 007, incluida la última película, Casino Royale, donde se le puede ver en una espectacular persecución al volante de un DBS, una versión única a mitad de camino entre el DB9 de serie y el DBR9 de competición.
En la actualidad, la gama Aston Martin se compone de tres modelos, el citado DB9 y el V8 Vantage, en las variantes coupé y roadster, y el superdeportivo Vanquish S, que finalizará su producción en el mes de junio. La oferta se completará antes del final de la década con el Rapide, un deportivo de cuatro puertas que competirá directamente con el futuro Porsche Panamera.
Las ventas mundiales de la marca se reparten en un 30% para el Reino Unido, otro 30% para Estados Unidos y un porcentaje similar para la Europa continental, con el 10% restante muy repartido en los mercados internacionales.