Jueves, 19 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6332.
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El centro tiene hambre de victoria
«Sé que es la esperanza lo que hoy os reúne», aseguró François Bayrou ante las 15.000 personas que abarrotaban el Palacio Omnisport
IÑAKI GIL. Enviado especial

Hay que comprenderles. Llevan más de 25 años sin llegar a una final y esta vez creen que van a conseguirlo. Desde que Giscard d'Estaing perdió contra Mitterrand en 1981 ningún candidato del centro ha estado tan cerca de pasar al combate cara a cara de la segunda vuelta. Al menos, según las encuestas.

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Así que ayer las 15.000 personas que abarrotaban el Palacio Omnisport de Bercy estaban dispuestas a disfrutar del momento. Y a perdonarle todo a su campeón, François Bayrou. Incluso una hora de retraso. Y a recibirle con un cuarto de hora adicional de palmas y gritos de «Bayrou, president».

Mientras, el candidato atravesaba el polideportivo, desde lo alto del graderío hasta el escenario naranja donde un centenar de jóvenes le esperaba para arroparle. Estrechó manos, saludó y repartió sonrisas, salió en mil fotos disparadas desde móviles: «Me gustaría miraros a los ojos a cada uno de vosotros, porque tengo la certeza de que sois Francia. Sé que es la esperanza lo que hoy os reúne. Habéis decidido poneros en pie porque no os gusta ni cómo se hace política ni en qué han convertido a Francia. Estamos aquí para ganar porque esos dos partidos [gaullistas y socialistas] tienen todo el poder desde hace 25 años. Hay que arrancárselo y darles una ducha fría. Estamos aquí para reemplazar su monarquía, su hipocresía, sus malas prácticas».

Y así siguió repartiendo a derecha e izquierda desde el centro del ring ideológico. Luego, el líder de la Unión por la Democracia Francesa (UDF) repasó su programa: un texto «corto y legible» en vez de la nonata Constitución Europea que someterá a referéndum, dos contratos libres de cargas sociales por empresa, moralizar la vida económica... Con recuerdos cariñosos a Raymond Barre y alguna banderilla a su rival principal: «Si Sarkozy hubiera sido presidente durante la crisis de Irak, habríamos estado del lado de Bush, Blair y Aznar». Sin levantar mucho la voz. En un tono profesoral.

Se adornó con citas bien escogidas que buscaban la emoción del público. Un poema de Aragon a cuatro resistentes fusilados y la carta de Albert Camus a un maestro. E hizo aplaudir a lo mejor de la zona vip, procedente de las dos orillas ideológicas de Francia. Un graderío donde dominaban las camisetas naranjas de los jóvenes. Pero donde también cabían señores que se quitaban la corbata al entrar, recién llegados de la oficina, y damas discretamente elegantes. Les faltaba entrenamiento para hacer la ola sincronizadamente. Quizá por sus orígenes diversos.

Brice cumplía ayer 28 años, en 2002 votó a los Verdes. Ahora, por Bayrou, porque es «el más humano, el más auténtico». Cristal, una señora en sus 50, cuenta que votaba a los socialistas «e incluso a los comunistas». Ahora a Bayrou, porque «representa algo nuevo y garantiza la unidad del país». Arnaud, de 24 años, precisaba que había venido «para ver». Porque él vota siempre a la derecha. Esta vez no lo tiene decidido, porque Sarkozy le parece «demasiado autoritario». En fin, buscando, incluso se podía encontrar a un centrista de toda la vida. Como Olivier, de 39 años: «Ahora voy a votar también en la segunda vuelta».

Todas estas ilusiones las explicaba anoche la estrella ascendente del centro francés, el ministro de la Igualdad, Azouz Begag, de origen magrebí. Declaraba haber vendido ya 50.000 ejemplares de su libro Un cordero en la bañera, cuyo título alude a una desgraciada frase de Sarkozy sobre cómo los inmigrantes degüellan corderos en el cuarto de baño. «Los que buscaban algo nuevo lo han encontrado en Bayrou, el único candidato al que han aplaudido en los barrios pobres. Sarkozy es un candidato guerrero y lo que quiere el país es tolerancia».

Bayrou remató con una anécdota histórica, un diálogo entre el entonces canciller Köhl y uno de los fundadores de Solidaridad, Geremek. Explicaba el alemán que no vería caer el Muro de Berlín cuando un joven irrumpió para avisar de que se había abierto la primera grieta. Bayrou repite este episodio para asegurar que el muro de gaullistas y socialistas va a derrumbarse. Los que ayer estaban en Bercy parecen creerle. La noche concluyó con una Marsellesa de todo el público puesto en pie.

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