Jueves, 19 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6332.
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LA MASACRE DE VIRGINIA / La policía del centro le tenía 'fichado' por acosar a dos estudiantes / En el intervalo de tiempo entre uno y otro tiroteo el asesino envió por correo un paquete a la NBC con fotos, vídeos y textos
El asesino del campus pasó por un psiquiátrico por su tendencia suicida
CARLOS FRESNEDA. Enviado especial

BLACKSBURG (VIRGINIA).- Entre tiroteo y tiroteo, el asesino de la Universidad Técnica de Virginia mandó a la cadena NBC un paquete con fotos y vídeos de sí mismo con dos pistolas en la mano y con sus últimas palabras en vida: «No me disteis otra opción: la decisión fue vuestra...», pero también con su último lamento: «No tenía que haberlo hecho».

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El funesto envío llegó ayer a su destino, como una macabra burla del asesino, que logró despistar a la policía y plantarse sin levantar la menor sospecha en la oficina de correos, con la sangre reciente de sus dos primeras víctimas y antes de consumar la masacre.

A las 9.01 horas del lunes, después de haber sellado tranquilamente el paquete, Cho Seung-Hui enfiló con sus armas hacia el Norris Hall y mató a 30 personas antes de suicidarse.

El envío póstumo fue definido por la NBC como un «manifiesto multimedia», con múltiples grabaciones en las que el estudiante surcoreano expresa la misma ira «contra la gente rica» que en su nota suicida y hace referencias directas a los autores de la matanza del instituto Columbine.

El paquete contenía también una treintena de fotos de Cho Seung-Hui empuñando las dos pistolas con las que cometió la matanza y apuntando hacia la cámara en actitud guerrera.

El inquietante paquete, que ayer era examinado por el FBI, azuzó el fuego de las acusaciones contra la policía y la universidad por la falta de diligencia para responder al primer tiroteo. El envío demuestra que el asesino se movió con total libertad por el campus en las dos horas que mediaron entre los dos tiroteos.

Ayer se supo también que Cho Seung-Hui fue detenido temporalmente a finales del 2005 por acosar a dos estudiantes. Sus padres también temieron por sus tendencias suicidas y fue ingresado en un centro de salud mental temporalmente; poco después compareció ante un juez del condado de Montgomery, que dictó que estaba «mentalmente enfermo» y que era «un peligro para sí mismo y para otros».

Wendell Flinchum, jefe de policía del campus, confirmó los incidentes pero reconoció que la universidad no pudo volver a arrestarle o mantenerle bajo vigilancia especial. «Ninguno de sus actos fuer delictivo», explicó. «No hubo ni siquiera amenazas, sino mensajes molestos dirigidos en noviembre y diciembre de 2005 a dos estudiantes femeninas que decidieron no denunciarle».

Sus compañeros de clase le temían, se horrorizaban con sus escritos macabros y se preguntaban si bajo esa voz susurrante y esas gafas oscuras se escondía un psicópata.

Y sin embargo Cho Seung-Hui, el surcoreano 23 años que mató a 32 personas y luego se quitó la vida en la Universidad Técnica de Virginia, pudo pasearse por el campus con dos pistolas sin que nadie diera la voz de alarma.

El Gobernador de Virginia, Tim Kaine, anunció entre tanto la apertura de una investigación especial para determinar si los responsables de la universidad pudieron haber prevenido la masacre.

Las informaciones reveladas ayer demuestran que el asesino estaba en la mira de la policía de la universidad desde hace año y medio. La profesora de la facultad de Filología Lucinda Roy admitió incluso que habían estipulado un código secreto para avisar a las autoridades al menor indicio de peligrosidad. Pese a todo, la profesora se interesó personalmente por él: «Llevaba siempre gorra calada y gafas negras, y hablaba a susurros. Una vez me dijo que se encontraba muy solo, y me sentí terriblemente compadecida por él. Me preocupaba que tuviera tendencias suicidas».

Roy decidió tutelar al estudiante surcoreano después de que su predecesora, Nikki Giovanni, amenazara con dimitir si Seung-Hui seguía en su clase. Sus escritos explícitos, fantaseando con asesinatos violentos, asustaban a sus compañeros, alertados por su manía de tomarles fotos en secreto y bajo los pupitres.

«Sus textos eran como pesadillas y estaban llenos de asesinatos con los instrumentos más macabros que se pueda imaginar», relataba ayer Ian McFarlane, ex compañero de clase, en un blog de America Online. «Entre nosotros nos preguntábamos seriamente si podría emprenderla a tiros en la escuela».

El retrato más estremecedor del joven fue tal vez el que ofrecieron a dúo ante las cámaras de la CNN dos ex compañeros de cuarto de Cho Seung-Hui, identificados sólo con sus nombres (John y Andy). «Era como una sombra», dijo John. «Comía siempre solo. Durante un año no les escuché pronunciar apenas una palabra y no recibió una sola visita. Dormía con la luz encendida».

Su única pasión conocida era la música: se pasaba horas descargando canciones de internet y escuchaba constantemente a Nirvana, Led Zeppelin y Collective Soul. A veces escribía sus propias canciones, algo menos truculentas que sus obras.

La única vez que acompañó a John y Andy a una fiesta les hizo una confesión: tenía una novia imaginaria que era una supermodelo. «Ella me llaman Spanky [Azotador]», les dijo. «Yo la llamo Jelly [Gelatina]».

Andy recordó cómo le afectó anímicamente el hecho de que la policía del campus le llamara a capítulo por acosar a dos estudiantes. «Puede que me mate ahora mismo», le llegó a decir entonces, a finales del 2005.

Karan Grewal, su último compañero de habitación en los lóbregos pasillos del Harper Hall, relataba así los últimos pasos en el campamento mediático levantado de la noche a la mañana en el Hall de los Antiguos Alumnos de la Universidad: «Era un tipo callado y aparentemente tranquilo. Ese día se fue del cuarto a las cinco de la madrugada y no noté nada especial. Ni siquiera me miró a los ojos. Más o menos lo de siempre».

Desde los incidentes de finales de 2005 y su breve estancia por un centro de salud mental, Cho Seung-Hui no volvió a levantar sospechas para la seguridad del campus, según el jefe de policía. Sus compañeros han dicho, sin embargo, que en las últimas semanas exhibió un comportamiento aún más errático de lo habitual, pero nadie vio las dos pistolas.

Flinchum dijo que ninguna de las dos estudiantes acosadas en 2005 están entre las víctimas del lunes negro. Cho Seung-Hui las llamaba por teléfono y les enviaba e-mails en tono intimidatorio firmados como Question Mark (Interrogante).

Dos días después de salir del psiquiátrico, Seung-Hui regresó a su leonera de la Universidad Técnica de Virginia como si tal cosa.

Según declaró ayer el doctor Chris Flynn, responsable de los servicios de salud del campus, todos los años pasan por los psicólogos unos 2.000 estudiantes, la mayoría por problemas de estrés y ansiedad, y algunos por depresión. «Los casos de síndrome bipolar y de estudiantes que tienen que ser hospitalizados no llegan al 1%», añadió Flynn.

Según la emisora Radio Corea en Los Angeles, los padres de Seung-Hui tuvieron que ser hospitalizados al poco de conocer la masacre y el suicidio de su hijo. Pocos datos se saben del entorno familiar del pistolero, que vino con sus padres de Corea del Sur a los ocho años y tiene una hermana que se acaba de licenciar en la Universidad de Princeton. Era residente legal en Estados Unidos y la última vez que renovó su tarjeta verde por 10 años fue el 27 de noviembre del 2003.

Vea todas las imágenes que envió el asesino de Virginia Tech a la NBC en: www.elmundo.es/

Blogs en la universidad

-Wayne Chiang. El primer sospechoso. «Sólo me interesa limpiar mi nombre. Cumplía los requisitos: soy asiático, vivo en la residencia, voy a la Universidad Politécnica de Virginia, hace poco que rompí con mi novia y colecciono armas. He recibido más de 37.000 entradas en mi blog con amenazas de muerte».

http://wanusmaximus.livejournal.com/

-Sam Leake. Estudiante. «Es realmente un incidente terrorífico. Siempre pensé que era una universidad segura. Deberían haber cancelado las clases antes. Si lo hubiesen hecho, tal vez se hubiesen evitado algunas muertes». www.collegemedia.com/

-Cheyl Crodingley. Alumna de primer curso. «Recibí y leí un e-mail sobre lo que había pasado en Ambler Johnston aquella mañana pero no decía nada de no ir a clase. Estaba en clase y oía sirenas, pero con las amenazas de bomba que ha habido últimamente, no nos preocupamos».

-Jason Piatt. Estudiante. «Lo que ha sucedido es ridículo. Es indignante que alguien muriese en el dormitorio a las 7.00 horas y que el primer e-mail de advertencia, en el que sólo se mencionaba que se estaba investigando el incidente, llegase dos horas después, a las 9.22. Nadie mencionó la posibilidad de cerrar el campus o cancelar clases».

www.floppingaces.net/

-Bryce Carter. Estudiante. «El primer tiroteo tuvo lugar alrededor de las 7.00 horas. Fui a clase a las 9.00 y no cerraron el campus hasta las 10.00. Un total de 21 personas murieron porque la universidad no hizo nada. Así sucedió [...] Las sirenas se siguen oyendo de manera esporádica. Estoy en mi habitación con la televisión apagada. Hace unas horas, he visto al presidente Bush. No se me ha desatado la adrenalina que esperaba que iba a tener. Sin embargo, necesito estar solo y aislado. El viento sopla fuerte y el sol brilla. El día continúa como si nada hubiera pasado. La sangre está todavía húmeda».

http://ntcoolfool.livejournal.com/

-Paul. «[Mi novia] Kate está ahora en el hospital. Es una heroína, no sólo por haber pasado por esa experiencia, sino por ser capaz de pasar a la acción y asegurarse de que el pistolero no volvía a la clase».

http://icantread01.livejournal.com

-Billy Bason. Estudiante. «La universidad tiene sangre en sus manos después de su falta de reacción tras el primer tiroteo».

www.http://www.reason.com/blog/

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