Pero de ahí a que sea un escándalo político o, como han dicho los socialistas, una trama fraudulenta o un «golpe de mano electoral» hay un trecho que el PSOE ha recorrido con la exclusiva motivación de insistirt en una estrategia de oposición a la oposición. Y ello porque no es necesario que cada votante recoja por su cuenta el citado impreso -de hecho en Correos dan varios a quien los pide-, puesto que el documento no tiene valor alguno si el elector no se persona con su carrné de identidad posteriormente para ejercer su derecho al sufragio. Se trata de una instancia que es necesario rellenar, pero que en ningún caso será aceptada por los funcionarios de Correos si lo presenta otra persona distinta al inscrito en el censo. Por cierto, hay que subrayar a este respecto que los engorrosos trámites exigidos por la ley para votar por correo son disuasorios y bien harían los partidos en simplificarlos sin por ello descuidar las garantías. Según ha denunciado el PP, las oficinas de Correos de Melilla están desbordadas porque no hay impresos.

No es éste el único ejemplo de cómo el nerviosismo del PSOE le lleva a intentar criminalizar políticamente al PP presentándolo como el partido de la mentira y el fraude. Otro tanto están haciendo los socialistas con el 11-M, pidiendo responsabilidades políticas a la cúpula del PP por su actuación tras el atentado, aprovechando el juicio. Es un absurdo político que un partido que lleva tres años gobernando, esté centrando su discurso en lo que hicieron o dejaron de hacer Rajoy o Acebes del 11 al 14-M, puesto que el PP ya fue juzgado en las urnas por eso.