Jueves, 19 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6332.
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Gallardón y adiós PP
FEDERICO JIMÉNEZ LOSANTOS

En el PP se están produciendo síntomas preocupantes de descomposición para el futuro inmediato. Como no conserve todo lo que ya tiene en las elecciones municipales y autonómicas -cosa siempre difícil por la mayoría absoluta que necesita para gobernar-, y como pierda algo y no gane nada -que tampoco es imposible- el tiempo que pase hasta las generales, entre seis y ocho meses, será un calvario para Rajoy.

Y el peor indicio de que eso empieza a temerlo el propio presidente del PP es que ya parece haber buscado un cirineo, que sería Gallardón. En tiempos de la Relogse, no extraña que para hacer de cirineo en esta pasión viviente se haya fichado a 'Judas Iscariote'. Lo increíble es que un registrador de la propiedad acabe confundiendo las Escrituras. O tempora! O mores!

Muchos no se creen que Rajoy pueda presentarse a las generales con delfín incorporado, es decir, con un Judas haciendo de cirineo cuando hace cuatro años era un 'Lázaro' sin milagro. Pero viendo anteayer al cara de plata, al ambicioso segundón, reventando de orgullo y piafante como un 'Negrín', temo que la suerte esté echada. La suerte y la muerte, porque el PP no sobrevivirá al liderazgo abierto o encubierto de Gallardón.

Ni solo, ni en compañía de otros. Gallardón significa la inmediata escisión del PP, de modo que Rajoy le facilitaría el secuestro del primer partido español sin pasar por un congreso extraordinario y, en un solo y mismo gesto, dinamitaría lo único que se opone al cambio de régimen. ¿O alguien tiene la menor duda de que Gallardón asumiría al frente del PP la liquidación nacional y constitucional patrocinada por su señor Polanco? Si Rajoy lo lleva consigo es para capitular ante los poderes fácticos de la progresía, que, a cambio, le dejarían llegar a La Moncloa... o no. Para entonces, el PP habría volado en pedazos. Dos e incluso tres. La fantasía de Zapatero se haría realidad.

Si Gallardón deja la Alcaldía madrileña (que cualquier candidato del PP hubiera ganado) para ir en la lista de las generales, Rajoy será mero comparsa de su comparsa. Si pierde, será a pesar del esfuerzo de Gallardón; si gana, gracias a él. En ambos casos, el amigo de 'Fefé' sería el hombre fuerte del PP, liquidaría a los católicos y liberales que lo dirigen desde tiempos de Aznar y entregaría Génova a una harka de arriolos y sorayos. La operación es letal para la derecha, porque al día siguiente del advenimiento gallardonista habría revuelta de notables, rebelión de las bases y, muy probablemente, un partido serio a la derecha del PP.

No digo a la derecha de Gallardón, ambidextro, ambisiniestro, y que estará donde diga la izquierda, sino del PP. Porque Rajoy no debe engañarse: media nación no se resigna a gallardonizarse. O sea, a morir.

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