Viernes, 20 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6333.
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 ESPAÑA
EL LIDER DE LA OPOSICION, A EXAMEN / El análisis
En territorio apache
CASIMIRO GARCIA-ABADILLO

A la luz de lo visto ayer en Televisión Española, el PP debería ser en estos momentos un partido extraparlamentario, o casi.

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No hubo respiro para el líder de la oposición. Si la selección de los asistentes se ha hecho con criterios objetivos, habría que pensar que a Rajoy le tocó el gordo de la mala suerte. La mayoría de las preguntas que le lanzaron como dardos, e incluso con estilo desabrido, no las hubiera hecho mejor ni el mismísimo José Blanco.

Irak, la crispación, las supuestas mentiras sobre el 11-M, la especulación urbanística (de la que sólo parece ser responsable el PP)... hasta el Prestige salió a colación. O la cantinela de que el centro-derecha está contra los inmigrantes o los homosexuales. No faltó ni uno de los tópicos que se cuelgan como sambenitos a los populares desde los acorazados mediáticos que apoyan al Gobierno.

Todos los demonios construidos contra el PP por la izquierda y los nacionalistas aparecieron ayer magnificados. Los ciudadanos (se supone que deben ser elegidos al azar) acorralaron a Rajoy desde el primer momento. Y el jefe de la oposición se defendió como pudo.

Trato de dar una imagen de moderación que, en efecto, es la que Rajoy pretende para el PP, pero lo hizo de forma defensiva, como pidiendo perdón. Debería haber sido más contundente en algunas de sus respuestas, porque un político que quiere ganar la confianza de los ciudadanos tiene que defender sus ideas con convicción.

Para la mayoría de los que interrogaron a Rajoy , el problema de España es que el PP está crispando a la sociedad con su acoso y malos modos al Gobierno. Acebes debería ser juzgado por mentir tras el 11-M y el PP debería pedir disculpas por salir a la calle a manifestarse (se supone que ese derecho es privativo de la izquierda).

Si la imagen del PP que reflejaron las preguntas en TVE fuera la que tiene la mayoría de los españoles sobre dicho partido, muy mal le tendrían que ir las cosas en las próximas elecciones. Entonces, ¿dónde está ese 40% de ciudadanos que dice preferir al PP que refleja la mayoría de las encuestas?

El programa de ayer hay que juzgarlo con referencia al anterior, que tuvo como protagonista al presidente del Gobierno. Los titulares del día siguiente recogieron la pregunta sobre el café que Rodríguez Zapatero respondió como pudo. O sea, que ése fue el mayor aprieto al que tuvo que hacer frente.

El presidente se movió en un ambiente cómodo y el programa fue anodino. «Bueno, eso es lo que hay. Los ciudadanos no son periodistas, preguntan por sus problemas inmediatos», dijeron algunos. De hecho, la mayoría de las preguntas giró en torno a cuestiones sociales y económicas; eso sí, hechas con absoluto respeto, casi en tono de petición. Como si el presidente fuera mister Marshall.

Sin embargo, ayer el panorama fue totalmente distinto. La audiencia estaba muy politizada. Se podría pensar que la mayoría de los que hicieron uso de la palabra eran militantes de carné, naturalmente, de partidos de izquierdas o similares.

No me parece mal que a Rajoy se le interrogue sobre el 11-M, Irak o la crispación. Lo que no es de recibo es que ese nivel de agresividad no existiera cuando el entrevistado fue el presidente del Gobierno.

Un periodista tiene la obligación de buscar un titular, de resumir en una frase lo más jugoso, lo más importante. Lo dramático es que, después de dos horas en un programa de máxima audiencia, no encuentre una sola frase atribuible al líder de la oposición que resuma lo que ocurrió.

Lo más destacado es que la audiencia no se correspondía con el país real. Era la España que no vota al PP, partido al que, todavía, votan 10 millones de personas.

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