RAFAEL J. ALVAREZ
MADRID. - Un bullicio de deneís con el ceño fruncido se presentará hoy en el Arzobispado de Madrid para protestar y pedir. Son las primeras 2.000 firmas de un latido ciudadano que grita contra el cierre de la parroquia San Carlos Borromeo y que clama para que la Iglesia aborte su censura a tres curas encarnados desde hace 30 años en la piel de los pobres.
La reacción al golpe que el Vaticano ha asestado a la parroquia vallecana de la Teología de la Liberación -esa clausura anunciada a primeros de abril por practicar una liturgia «no eclesialmente homologable»- sale del barrio de Entrevías y llega esta mañana al centro de Madrid.
A los pies de la catedral de la Almudena, el colectivo Madres contra la Droga colocará sus cachivaches de resistencia en la acera y tocará en la puerta del Arzobispado para que a monseñor Rouco le lleguen en mano 2.000 nombres con apellidos.
«Son las primeras 2.000 firmas, porque llevamos recogidas más de 10.000. Sólo queremos mostrar los muchísimos apoyos recibidos e interceder ante los obispos para que reconsideren su decisión». Hablan las madres antidroga, uno de los muchos grupos nacidos en San Carlos Borromeo, mujeres con un pasado de hijos y un presente de tumbas por culpa de la heroína y alrededores.
Los papeles de hoy son el estreno de un calendario de gestos destinados a la jerarquía eclesiástica y paridos por la asamblea de la parroquia: inmigrantes, vecinos, toxicómanos, sin techo, parados, universitarios, obreros, profesionales y... madres.
Por eso, los curas Javier Baeza, Enrique de Castro y Pepe Díaz no estarán en la presentación de firmas. «Es una medida que ha tomado la asamblea. Y la asamblea es autónoma», dice Baeza. Mientras la asamblea actúa en la calle, los curas esperan noticias de despacho. De Castro cuenta que hace varios días se pusieron a disposición del Obispado para hablar. Aún no hay respuesta.
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