Pero resulta muy significativo que, al repasar él mismo su dilatada experiencia política (que arrancó en 1974), admita que en 2002 fue «casi canciller federal por 6.000 votos» en las elecciones que perdió ante el socialdemócrata Gerhard Schröder. Stoiber afirma a una delegación de políticos y periodistas españoles que no quiere correr el riesgo de padecer un revés en la urnas como sufrió Helmut Kohl en 1998.

«Se retira forzado por las circunstancias. Existe el peligro de que los políticos se olviden del pueblo y a él le ha pasado eso. En cierta medida también es soberbia», opina Julio Segador, corresponsal parlamentario de la Bayerischer Rundfunk, la radio pública de Baviera. «La gente no lo quiere más», sentencia el periodista. ¿Se ha arrepentido Stoiber de no haber aceptado la cartera de Economía que le propuso la canciller federal, Angela Merkel? «No lo creo -estima Segador-. Vio que ella era demasiado para él y que iba a tener menos influencia que la que tiene ahora».

¿Y qué será de él a partir de octubre? ¿Pasará entonces a ser un militante de base más? «Me lo pensaré apenas me vaya», insiste Stoiber, aunque luego admite que «la vida sin política también puede resultar positiva». De todas formas, continúa, «cambian las personas y no las políticas y voy a hacer todo lo posible para que la transición sea buena».

Europeísta hasta el tuétano, porfía que la reciente Declaración de Berlín -firmada para impulsar el proceso de reforma institucional dentro de la Union Europea- fue «un éxito». Consciente de las distintas posiciones que existen entre los Veintisiete a propósito de la integración europea, Stoiber cree que «todo se va a decidir en Francia», donde este domingo están convocadas elecciones presidenciales. «Si gana Nicolas Sarzkozy, tendremos una Constitución, aunque bastante esbelta, que será presentada al Parlamento. Si Francia apoya esta base, Polonia y la República Checa [cuyos líderes políticos no apuestan por una Carta Magna] se verán influenciadas. Reino Unido siempre será un caso especial. Y les tengo que confesar muy abiertamente que hay que decir: 'o me quedo o me voy', y si alquien así lo desea, hay que darle esa oportunidad. No estoy hablando necesariamente de Gran Bretaña. Esto no es una amenaza ni mucho menos. Pero para tener una Política de Defensa y Seguridad Común y más acercamiento económico se necesita una base común, un tratado, no tenemos que llamarle Constitución. A mí nunca me gustó la denominación Constitución, porque Europa no es un Estado, es una asociación de Estados. Europa no puede usurpar la identidad nacional. No son posibles los Estados Unidos de Europa».

El asunto de la identidad nacional también cala en el todavía líder bávaro. «Si usted hace una encuesta y pregunta a los ciudadanos si se sienten bávaros o alemanes, el 75-80% le dirá que se siente bávaro, pero no somos separatistas». «En este mundo globalizado, sólo tenemos una alternativa. Baviera es mi patria (Heimat), Alemania es mi nación (Vaterland) y Europa es nuestro futuro que creo es un éxito único en el mundo».

En la entrada del Maximilianeo, sede del Landtag (Parlamento regional bávaro) sorprende un enorme crucifijo de estilo gótico tardío presidiendo la escalinata de acceso. También es visible el signo de la cruz en la cantina que usan los parlamentarios. Aunque la separación entre Iglesia y Estado es «nítida» y la «religión es algo muy privado», Stoiber no tiene ningún reparo en admitir que su patria chica es «profundamente cristiana».

«El crucifijo es señal de tolerancia y lo tenemos en todas las aulas», añade. Estos crucifijos en las escuelas causaron hace años un cierto resquemor. Hubo un fallo del Tribunal Constitucional en el año 1995 tras una demanda interpuesta por padres que veían violados los derechos de sus hijos. Desde entonces se pueden mantener las cruces, salvo que algún tutor pida lo contrario.