PABLO PARDO. Especial para El Mundo
WASHINGTON.-
El presunto terrorista Luis Posada Carriles, al que se atribuye la destrucción de un avión de pasajeros cubano y la muerte de sus 73 ocupantes, además de decenas de atentados en Cuba, fue puesto ayer en libertad bajo fianza por la juez estadounidense Kathleen Cardone.
Después de que su abogado y su familia depositaran los 350.000 dólares (258.000 euros) requeridos, Posada abandonó la cárcel de Nuevo México en la que estaba internado y se marchó a su casa en Miami (Florida). Según la magistrada, Posada Carriles debe quedar en libertad «a pesar de su controvertido pasado», puesto que «es viejo, está débil y tiene fuertes lazos con la comunidad» cubana de Miami.
Posada, que también fue agente de la CIA, ha sido calificado por una parte de la izquierda estadounidense e iberoamericana de ser «el Bin Laden de América Latina». Sin embargo, los cargos en su contra en Estados Unidos no tienen nada que ver con sus acciones violentas contra la dictadura de Fidel Castro, sino con su entrada ilegal en el país, hace dos años, y la ocultación a las autoridades de inmigración de su pasaporte guatemalteco.
Dispositivo electrónico
Ahora, en Miami, Posada Carriles no podrá salir de su vivienda, y deberá llevar un dispositivo electrónico que informará a las autoridades en todo momento de dónde se encuentra. Allí estará al menos hasta el 11 de mayo, cuando se celebre el juicio en su contra por haber entrado ilegalmente en el país.
La liberación de Posada Carriles y la inhibición de las autoridades políticas y judiciales estadounidenses en los cargos de terrorismo que afronta en Cuba y en Venezuela no cierran, sin embargo, el problema que plantea el presunto terrorista.
Tanto La Habana como Caracas han solicitado la extradición del anciano combatiente anticomunista, que en febrero cumplió 79 años.
En el caso de Venezuela, la petición parecía tener más posibilidades de salir adelante, puesto que ese país tiene un convenio de extradición con EEUU. Sin embargo, las autoridades de inmigración estadounidenses denegaron la solicitud alegando que Posada Carriles corría el riesgo de ser torturado o de sufrir un juicio injusto en Venezuela.
El interés de Caracas en este caso se debe a que Posada Carriles pudo haber dirigido la voladura del avión cubano en 1976 desde Venezuela. De hecho, Posada ya estuvo en prisión en Venezuela durante ocho años en la década de los setenta debido a ese atentado. Aunque no fue una condena normal, puesto que el prisionero se escapó dos veces. La primera, pidió refugio en Chile. Pero el régimen de Augusto Pinochet no mostró ninguna simpatía por él y lo devolvió a Venezuela. De allí volvió a huir en 1985, disfrazado de cura, después de haber sobornado a las autoridades del penal en el que estaba.
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