HÉCTOR ATIENZA
VALENCIA.-
Se acabó hablar del viento. Este elemento natural tan crucial en la navegación, como puede ser un buen césped en un campo de fútbol, aparcó ayer su protagonismo en las regatas de la Copa Louis Vuitton. Tras cuatro jornadas de competición aplazadas, sopló una brisa suave en el litoral valenciano, entre 7 y 8 nudos, suficiente para salir al agua. Los 11 equipos izaron velas de combate y los meteorólogos volvieron a los despachos donde trabajan alejados de las constantes preguntas de los medios de comunicación.
Sin embargo, estas jornadas de descanso obligatorias, no previstas por la organización suiza de la prueba (ACM) ni en sus peores pesadillas, han sentado muy mal al Team New Zealand, pero bien al Desafío Español. Los de Dean Barker, claros favoritos a la victoria en esta 32ª Copa América, ayer se metieron un gol en propia meta al perder su duelo contra el italiano Mascalzone Latino. El defensor del trofeo en Auckland en 2003 tropezó en una regata en la que no demostró potencial alguno, como se le presume a los all blacks de la vela, y del que tantas muestras habían dado en los 13 actos previos. Salió despistado y recibió una buena medicina por parte de la armada transalpina de los mascalzones ('granujas' en castellano). Una ventaja de casi 28 segundos al cruzar la primera ceñida les fue suficiente para aguantar todos los ataques posteriores de los dueños del Hemisferio Sur.
Nada más terminar la regata, desde una lancha de apoyo un hombre cincuentón golpeaba el casco ganador con mano abierta. Era Vicenzo Onorato, el patrón del equipo y unos de los grandes campeones del circuito internacional, que desde tierra lidera este proyecto de clase media. El mismo que debutó sin fortuna hace cinco años en esta competición a 33.000 kilómetros de distancia de su casa. Lo que en su día fue un equipo sin recursos y el primero en caer eliminado en la bahía de Hauraki, hoy se ha convertido en un rival peligroso en el agua. Su objetivo, como el del Desafío Español y seis equipo más, es clasificarse en alguna de las cuatro plazas que dan acceso a la ronda de semifinales. Retar a Alinghi está todavía muy lejos.
Dispuso de una caja fuerte inicial de 34 millones de euros para iniciar el proyecto, pero en el último año alcanzó los 64 millones. Todo apunta a que están muy bien invertidos.
Por otra parte, el Desafío Español ayer en su programa de regatas sólo tenía que disputar una competición contra el mermado sindicato +39. En teoría era un rival sencillo y la verdad es que presentó poca batalla gracias a la superioridad técnica española del barco ESP 97. Aún así, durante la cuenta atrás al inicio de la regata el timonel Karol Jablonski se la jugó de forma peligrosa cortando el paso a la embarcación italiana. Por ello, los jueces de regata resolvieron este compromiso con una penalización para el representante español. El Desafío tenía por delante 90 minutos de competición y 11 millas de recorrido para autopenalizarse, es decir, girar sobre sí mismos 260 grados para que cruzar primero la meta tuviera validez. Hay quien opta por penalizarse al final de regata y otros lo antes posible navegando contra el viento. El equipo español optó por el último caso antes del primer paso por boya. Cruzó el envite posteriormente con sólo un segundo de ventaja frente a sus rivales, pero en los siguientes pasos por baliza la distancia se fue ampliando a golpes de 30 segundos, subiendo hasta los dos minutos y 45 segundos con los que alcanzó la victoria. Su primer triunfo en la competición.
Hoy se medirá, a partir de las 14.05 horas, contra el francés Areva Challenge y a media tarde contra la revelación del día de ayer, el Mascalzone Latino. El parte meteorológico previsto para la jornada prevé una bajada de las temperaturas con vientos suaves en la costa.
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