A diferencia de lo que sucedió hace cinco años, cuando los franceses se acostaron con la pesadilla de haber propiciado el pase del ultraderechista Le Pen a la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en detrimento del socialista Jospin, la clase política del país vecino saludó ayer con euforia el altísimo índice de participación, que supone todo un éxito democrático. Un 84,6% de los franceses con derecho a voto acudieron a las urnas, cifra récord en la primera vuelta de las presidenciales de la V República. Los dos candidatos que pasarán a la segunda vuelta, el conservador Sarkozy y la socialista Royal -que representaban una renovación generacional del liderazgo político en Francia- han logrado conectar con los ciudadanos y convencerles de la trascendencia de este proceso electoral para el futuro del país.
El resultado es todo un éxito para Sarkozy, que ha superado las expectativas de los sondeos situándose con una clara ventaja sobre la aspirante socialista de cara al domingo 6 de mayo. No sólo porque haya sido el ganador -31,11% de los votos con el 100% escrutado-, sino porque los más de cinco puntos de distancia sobre Royal -que ha logrado el 25,83%- parecen demasiados como para que la candidata socialista pueda solventarla en los próximos 15 días.
El ex ministro del Interior ha logrado aglutinar a un mayor número de votantes que su predecesor Jacques Chirac en la primera vuelta de hace cinco años y eso tiene que ver la integridad y personalidad del candidato. Todo indica que muchos ciudadanos franceses han reaccionado contra la injusta campaña de demonización que ha sufrido el candidato conservador. Además, Sarkozy ha presentado un atractivo programa renovador para ampliar su base electoral, que le será de mucha utilidad para conseguir ahora una buena parte de los casi siete millones de votos del centrista Bayrou (18,55%), que ayer se mostró lógicamente eufórico por una cosecha que nadie imaginaba hace unos meses. Tal vez uno de los datos más positivos de esta primera vuelta haya sido el claro declive de la estrella del ultraderechista Le Pen, que ha pasado del 19% hace cinco años al 10,51%. A Le Pen ni siquiera le queda el consuelo de que sus votos sean decisivos para Sarkozy.
Las primeras reacciones de la noche electoral indican que el candidato conservador se volcará en buscar el voto centrista -«quiero una República fraternal», dijo- y que Bayrou hará valer su gran resultado. El democristiano aseguró que pondrá sus siete millones de votos al servicio de una «política nueva» y de «una idea de cambio». Aunque eso sugiere que puede respaldar tanto a Sarkozy como a Royal, un entendimiento de Bayrou con los socialistas supondría un salto en el vacío para ambos. Lo más natural sería que los dos representantes del centro derecha llegaran a un acuerdo para formar una mayoría. Sarkozy y Bayrou incluso formaron parte del Gobierno de Balladur en el 93 como ministros de Educación y Presupuestos, respectivamente.
|
