Jueves, 26 de abril de 2007. Año: XVIII. Numero: 6339.
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Maragall admite ahora que fue un error modificar el Estatuto sin esperar a cambiar la Constitución
El ex presidente de la Generalitat confiesa que el proceso que impulsó «no ha valido la pena» Esquerra comparte este análisis, pero ni el PSC ni CiU, que lo considera «un contrasentido»
LEONOR MAYOR

BARCELONA.- Muchos analistas no se cansaron de decir durante el largo y azaroso proceso de reforma del Estatut que el modelo de Estado no podía cambiarse desde la periferia. Josep Piqué, por ejemplo, defendió siempre que era un error tratar de diseñar un sistema federal desde Cataluña y que sólo mediante una reforma de la Constitución se podría conseguir este objetivo, que era común a las fuerzas nacionalistas catalanas. El tiempo y el propio impulsor de la reforma estatutaria, Pasqual Maragall, han venido a darles la razón.

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El ex presidente de la Generalitat reconoció ayer en una entrevista en el diario italiano Europa Quotidiana -vinculado al partido de centro izquierda La Margherita- que fue «un error» cambiar el Estatut sin modificar antes la Constitución.

Maragall llegó incluso a confesar que todo el proceso «no ha valido la pena», a pesar de que la reforma del texto estatutario hipotecó la vida política en Cataluña, e incluso en España, durante casi tres años, provocó una confrontación intensa entre esta comunidad y el resto del Estado e interesó muy poco, por no decir casi nada, a la ciudadanía.

Lo que el ex presidente catalán viene a explicar es que su proyecto no tiene nada que ver con el resultado que se ha conseguido al final. Para empezar la idea de que España es una nación de naciones que desde el primer día defendió brilla por su ausencia en el nuevo texto estatutario, que se contenta con definir Cataluña como «una nacionalidad» «constituida en comunidad autónoma».

Así, el pretendido paso hacia el federalismo se quedó en el camino. Ahora Maragall es consciente de que no fue buena idea tomar el atajo del Estatut: «tal vez hubiera sido mejor concentrarse en la modificación del artículo dos de la Constitución», razonó. «Lo que se debería hacer es añadir al artículo dos de la Constitución otro en el que se nombren las 17 comunidades autónomas especificando que tres de ellas son nacionalidades históricas: Cataluña, Euskadi y Galicia», propuso.

En realidad, la ambición inicial que las fuerzas políticas catalanas -con excepción del PP- pusieron en la reforma se fue diluyendo en los diversos trámites del proceso. «El Estatut fue aprobado en Cataluña, fue aprobado en el Parlamento español y por el Senado, con muchas modificaciones», recordó Maragall.

Unas modificaciones, pactadas entre el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el de CiU, Artur Mas, que dejaron muy esquelético el texto al que inicialmente había dado el visto bueno la Cámara catalana, de tal manera que Esquerra decidió bajarse del carro de la reforma y pedir el no en el referéndum.

Aun así, los ciudadanos respaldaron el nuevo Estatut, aunque dejaron constancia de su desinterés, pues la abstención en el plebiscito fue muy elevada. Y, ahora, casi un año después, la cosa sigue en el aire. El PP, el Defensor del Pueblo y algunas comunidades autónomas como Aragón, Valencia y Baleares han recurrido el texto ante el Tribunal Constitucional, cuya decisión al respecto pende como una espada de Damócles sobre las actuales y las futuras decisiones políticas que se toman en Cataluña. El Estatut «no es todavía del todo estable». «Aún pesan sobre el texto varios recursos y pasarán años antes de que se resuelvan», dijo Maragall.

El ex presidente hace un flaco favor con sus declaraciones a sus antiguos compañeros en el viaje de la reforma. Montilla, en su línea, optó por la callada por respuesta y evitó comentar las palabras de Maragall, aunque el PSC dejó claro que «no las comparte».

Mas dijo sentirse «sorprendo y perplejo» y aprovechó para acusar a los socialistas de «deslealtad». ICV atribuyó las palabras de Maragall su despecho por haber perdido el cargo. Y sólo Esquerra Republicana apoyo al ex president.

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