La recién nacida Infanta Sofía espera hoy en la clínica Ruber la visita de su abuelo, el Rey, y de su hermana mayor, la Infanta Leonor, las dos personas por las que todavía siguen aguardando a las puertas del hospital decenas de periodistas y de curiosos.
A lo largo de la jornada de ayer, la llegada de regalos -cestas, canastillas, globos, peluches... -, ramos de flores y felicitaciones a la clínica madrileña fue incesante. No así la de visitantes.
La Princesa de Asturias y su bebé sólo recibieron a la Reina, que ya había acudido al centro sanitario la noche anterior nada más llegar a Madrid procedente de Moscú; a los abuelos maternos, Paloma Rocasolano y Jesús Ortiz, y a la hija mayor de los Reyes, la Infanta Elena, quien acudió sola a la clínica Ruber poco antes de las 15.00 horas. Elena prometió volver con sus dos hijos, Victoria Federica y Froilán, para que conozcan a su nueva prima.
En cualquier caso, la ausencia que más se notó desde el primer momento fue la del Rey. Don Juan Carlos ha pasado el fin de semana fuera de España y sólo ayer, tras la insistencia de los periodistas, un portavoz de La Zarzuela informó de que será hoy cuando el abuelo acuda a la clínica a conocer a su octava nieta.
Mientras se espera la llegada del Rey y de la Infanta Leonor, los fotógrafos y cámaras que permanecen apostados a las puertas de la clínica deben conformarse con otras entradas y salidas, como, por ejemplo, la de la actriz Paz Vega, quien dará a luz de forma inminente en el mismo hospital.
La Princesa de Asturias, ingresada en la habitación número 17 de la planta de maternidad -cuenta además con otras tres habitaciones contiguas: una de respeto para las visitas, otra para el servicio de seguridad y protocolo y una tercera para los cuidados del bebé-, ha pasado las dos noches que lleva en la clínica acompañada por el Príncipe Felipe.
La falta casi total de visitas se debió a dos circunstancias: de un lado, el largo puente madrileño y, de otro, la necesidad de reposo de Letizia Ortiz tras la cesárea. Ayer, fuentes sanitarias prolongaban ya en un día más, hasta cinco, las previsiones del ginecólogo Luis Ignacio Recasens para permitir el regreso a casa a la madre y a la hija.
Pese a todo, es probable que la salida de la clínica de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía no se produzca hasta el próximo sábado, habida cuenta de que ambas deberían estar acompañadas en ese momento por el Príncipe Felipe, quien el viernes, según su agenda oficial, tiene previsto asistir a las 12.00 horas al VII Congreso de la Asociación Hispana de Universidades que se celebrará en la Universidad de Alcalá de Henares.
Si las circunstancias climatológicas no lo impiden, la salida de la clínica Ruber será la oportunidad para que los españoles vean por fin el rostro de la nueva Infanta y también será la ocasión en que la Princesa explique en persona la experiencia de su segunda maternidad. Inevitablemente, Letizia deberá responder a la pregunta que más insistentemente se le planteó al Príncipe durante la rueda de prensa posterior al nacimiento de su segunda hija: ¿se mantiene en pie la voluntad de tener más de dos y menos de cinco?
Tras la salida del hospital, la ciudadanía deberá esperar muy probablemente hasta el bautizo para volver a ver a la segunda hija de los Príncipes de Asturias. La niña, por su condición de Infanta de España, recibirá las aguas bautismales sobre la pila románica de Santo Domingo de Guzmán, una pieza del siglo XII reservada exclusivamente para los bautizos de los descendientes directos de reyes o príncipes, quienes, también según la costumbre de la Monarquía española, reciben el sacramento con agua traída del río Jordán.
La pila bautismal permanece en el monasterio de Santo Domingo el Real de Madrid y debe ser el Rey en persona quien curse una petición por escrito a la superiora del monasterio solicitando el traslado de la pieza al Palacio de la Zarzuela para el bautismo de la Infanta.
La agenda de la pequeña Sofía tiene, además, un tercer acto oficial previsto, aunque todavía no cuente tampoco con fecha. Se trata de su presentación ante la madrileña Virgen de Atocha, que fue proclamada protectora de la Monarquía española en el siglo XVII por Felipe IV.