Domingo, 6 de mayo de 2007. Año: XVIII. Numero: 6349.
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LUCHA ANTITERRORISTA / La acción policial
La Policía en alerta en el País Vasco por temor a un atentado antes del 27-M
Los sectores más radicales de Batasuna justifican ante sus bases una respuesta violenta a las restricciones que el Gobierno impone a la participación electoral de la izquierda 'abertzale'
ANGELES ESCRIVA

MADRID.- La Policía está en alerta en el País Vasco ante la posibilidad de que haya un atentado en las próximas semanas. Los agentes han detectado movimientos y corrientes internas cada vez más radicalizadas en la izquierda abertzale que aconsejan la máxima precaución ante una eventual acción de ETA.

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Y en esto coinciden con la apreciación de los responsables del Ministerio del Interior, que consideran extremadamente preocupantes, además, las declaraciones realizadas por miembros de Batasuna como Karmelo Landa, en las que han estado advirtiendo de las «graves consecuencias» que acarrearía que los radicales pudieran ver imposibilitado su acceso a los ayuntamientos en los próximos comicios.

Según los datos recogidos por las Fuerzas de Seguridad, en estos momentos, en las bases de la izquierda abertzale está creciendo una sensación de frustración por el desarrollo del proceso preelectoral que está siendo alimentada por los cuadros intermedios más radicalizados de Batasuna.

Si en diciembre, aún con el alto el fuego vigente, el entorno social de Batasuna concebía difícilmente que se pudiera cometer un atentado, ahora las conversaciones de algunos de sus referentes delatan que no verían con malos ojos esta posibilidad, porque consideran defraudadas las expectativas que sus dirigentes han venido alimentando.

Las semanas de propaganda interna que ETA y la dirección de la izquierda abertzale han venido realizando para responsabilizar al Gobierno de su ausencia en los próximos comicios con plenos derechos, tal y como pretendían, parecen haber surtido efecto.

Desde el atentado del aeropuerto madrileño de Barajas, la organización ha puesto todo su empeño en que pareciese que era el Ejecutivo el que venía incumpliendo sus compromisos, con el objetivo de evitar que el desconcierto que provocaron los dos asesinatos generase una crisis mínimamente seria entre los suyos y con el fin de justificar acciones futuras.

No en vano, su pretensión es la de seguir dialogando con el Gobierno mientras mantienen la amenaza de la violencia. Y efectivamente, en estos días, los abertzales -las bases y la mayoría de los dirigentes- dicen en privado estar enfadados con el Ejecutivo porque sostienen que éstas no son las reglas del juego que se habían pactado.

Creían que la opción de ASB les iba a ser aceptada porque en los estatutos reconocían la Ley de Partidos y acataban el artículo 6 de la Constitución.

Y cuando resultó imposible que fuera asumida por Interior, porque su intento de registro fue realizado por tres miembros de Batasuna, creyeron firmemente que la salida de ANV iba a prosperar en su totalidad. En su línea, en ningún momento se han planteado la posibilidad de condenar el terrorismo.

Feudos tradicionales

Una vez constatado que la mitad de las listas han sido aceptadas por el Ejecutivo, pero otras no, atribuyen a cálculos electorales de los socialistas la distribución de las planchas que han prosperado. Y no se conforman con que el Gobierno no haya recurrido un alto porcentaje de listas, ni que éstas coincidan en buena parte con sus feudos tradicionales.

Aunque no tuvieran razones para fundamentar sus expectativas, el hecho es que los cuadros intermedios de la izquierda abertzale están creando el caldo de cultivo para que un atentado sea entendido e incluso se vea como una respuesta proporcionada a la actitud del Ejecutivo. Y los expertos sostienen que es ETA la que está alimentando directamente esas corrientes más radicales.

Las especulaciones, cálculos o previsiones sobre un eventual atentado no tienen fecha concreta. Hay quienes apuntan hacia el próximo día 17, y en adelante, porque ése es el día en el que el Tribunal Supremo ha de decidir sobre el destino de ASB, la primera opción presentada por Batasuna, que no fue aceptada por Interior.

Pero lo cierto es que el momento que más preocupa es aquel en el que el Tribunal Constitucional tome una decisión definitiva sobre cualquiera de las opciones electorales presentadas. Según las fuentes consultadas, en estos momentos el dique de contención es ése. Los radicales desconfían de la gestión del proceso que el Gobierno está realizando, pero, por algún motivo, confían todavía en que el Alto Tribunal -respondiendo a los recursos que piensan interponer contra las decisiones del Supremo- adopte una decisión que les favorezca.

Respecto a datos operativos, en estos momentos, las Fuerzas de Seguridad del Estado consideran que la banda terrorista está integrada por entre 150 y 250 militantes, incluidos los miembros del aparato. Entre éstos hay unos 50 preparados en taldes de reserva, es decir, a la espera de que se les dé la orden de ponerse en marcha y señalarles el objetivo. En comparación con épocas anteriores, no son muchos. Hay que tener en cuenta que ETA ha llegado a tener en esa situación de espera hasta 200 militantes que han llegado a estar inactivos durante tres años, mientras el resto de los comandos se encontraba a pleno rendimiento.

Pero son suficientes para iniciar una campaña con la que cumplir la amenaza que realizaron hace escasas fechas en la entrevista concedida a Gara, en la que afirmaban que el Gobierno debía elegir entre garantizar la legalidad de las opciones que presentase la izquierda abertzale o «la lucha para subsistir, es decir, la prolongación de un enfrentamiento totalmente violento con las realidades española y francesa».

ETA sigue teniendo como base para sus comandos el suelo francés. Sin embargo, a los grupos de reserva los ha dispersado desde hace tiempo por varios países europeos, incluidos Austria, Italia, Reino Unido y Irlanda, y mantiene el contacto con ellos mediante enlaces. Consta como jefe de los comandos Garikoitz Azpiazu, Txerokee, porque los detenidos del último comando Donosti aseguraron que fue él quien les dio las últimas instrucciones en suelo francés, pero se mantiene la incógnita sobre quién es realmente el jefe del aparato militar. Algunos señalan a Maiza Artola, otros a José Luis Eziolaza Galán, Dienteputo.

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