Franz-Olivier Giesbert no sólo es presidente y director del semanario Le Point y uno de los columnistas más reputados de Francia. Nadie ha tenido más acceso que él a la intimidad de los últimos presidentes de Francia, el socialista François Mitterrand y el gaullista Jacques Chirac, sobre los que ha escrito media docena de libros repletos de detalles sobre la cúspide del poder en Francia.
Pregunta.- La victoria de Sarkozy parece inexorable...
Respuesta.- Yo no diría eso. Siempre puede haber sorpresas, sobre todo en esta Francia que se americaniza. Allí un candidato puede perder cinco puntos de la noche a la mañana. Pero para eso hace falta alguna razón y yo no veo qué podría empujar a la gente a votar por Ségolène y contra Sarkozy.
P.- ¿Piensa que será un buen presidente?
R.- Imposible de decir. Se ha preparado para ello desde hace mucho tiempo y tiene ganas de serlo. Tiene listos una serie de proyectos de ley. Tiene energía y ganas de hacer cosas en un país que no es gobernado desde hace 25 o 30 años. Eso no se puede decir del otro candidato. Los franceses están descontentos y si le eligen es para que haga reformas.
P.- ¿Es realmente un político reformador?
R.- Ha dado pruebas de ello, pero Francia es un país difícil. Le puede pasar lo que en 1995 a Chirac cuando el país se paró bruscamente porque [el primer ministro Alain] Juppé puso en cuestión los regímenes especiales de jubilación: los maquinistas de tren se jubilaban, y se jubilan, con todos los derechos a los 50 años cuando lo normal es dejar de trabajar entre los 62 y los 64. Francia es un país lleno de tabúes. Sarkozy intentó romper el de los regímenes especiales y, aunque hubo tormenta, las encuestas dijeron que un 75% de los franceses quiere acabar con esto.
P.- ¿Ahora también hay riesgo de protestas si gana Sarkozy?
R.- No lo creo. Pero esto no es algo programado. Las terceras vueltas sociales llegan de golpe y no se sabe muy bien por qué. Ni siquiera es una decisión sindical. La diferencia entre Chirac y Sarkozy es que éste, a pesar de su reputación, es mejor creador de consensos. Chirac siempre gobernó con su clan. Sarkozy va abrir mucho el juego a la izquierda, y hará un gobierno de apertura. Le apuesto a que habrá ministros socialistas. Quizá no del PS pero sí gente importante de izquierdas. No le diré nombres, pero me consta que ha habido contactos.
P.- ¿Es Sarkozy un liberal?
R.- No ultraliberal a lo Thatcher. Es más moderado y siempre dispuesto al compromiso. Por ejemplo, logró privatizar [la empresa de electicidad] EDF dando garantías sobre las jubilaciones. Es un abogado.
P.- Aunque Sarkozy también proviene del gaullismo, ¿Chirac será el último presidente gaullista?
R.- Es divertido pensar que Chirac entró en el Gobierno en 1967 [como secretario de Estado] en el Gabinete de Georges Pompidou con De Gaulle como presidente. Hoy se va a pasar esa página de la Historia. Si Sarkozy es elegido, será más liberal que Chirac, más europeo y más abierto al exterior. A Chirac le interesaban otras civilizaciones, pero no los intercambios económicos.
P.- ¿Por qué Sarkozy ha decidido a última hora hacer una revisión crítica de Mayo del 68?
R.- Es curioso. Creo que es de esas cosas que añade a un discurso para crear polémica y convertirse en centro de atención. Es verdad que no es un debate fundamental. Quizá quería empujar a la izquierda a defender Mayo del 68, lo que efectivamente ha hecho. Creo que deberían haber dejado de lado este tema.
P.- ¿Ségolène ha perdido sus últimas posibilidades por su agresividad en el debate?
R.- Pareció muy agresiva, nada segura de sí misma. Estuvo repetitiva, a veces ajena al propio debate, colocando sus letanías. Yo no diría que no dio la talla, pero desde luego no estuvo al mismo nivel. Sarkozy dominó e incluso dio la sensación de no querer atacarla más porque era mujer. Sarkozy mostró una gran cortesía y muchas veces modestia -bajaba la cabeza- y no respondió a los ataques. Pienso que ganó por eso. El sistema mediático decía que ganó Royal, pero basta ver los sondeos para darse cuenta de que dominó Sarkozy. Quedó nítidamente claro que es más competente. Ella no pareció apta para el cargo.
P.- ¿La apertura de Ségolène al centro ha funcionado?
R.- Lo más interesante de Royal es que no se prohíbe romper tabúes. El hecho de que haya tendido la mano a Bayrou, en mi opinión, no la ha perjudicado. Sí la ha perjudicado la gestión de esa mano tendida. Ha hecho ostentación cuando debería haber tenido más tacto. Parecía frenética. Le ha faltado profesionalidad.
P.- ¿La ha apoyado suficientemente el Partido Socialista?
R.- Yo creo que sí. Los socialistas han jugado el partido hasta los últimos días. Si pierde por un margen amplio será barrida, pero si pierde por poco puede hacerse con control del partido.
P.- ¿Está preparado el Partido Socialista para renovarse?
R.- Esto va a ser uno de los triunfos de Ségolène Royal. Ha permitido que las cosas avancen. El Partido Socialista francés es el más anticuado de toda Europa. Hablan un lenguaje económico y social demodé. El PSF está hoy a nivel del Laborismo de los 60. Se ha convertido en un partido de funcionarios y de bobos [burgueses bohemios] y ha perdido poco a poco las clases populares en beneficio del Frente Nacional de Le Pen y de Sarkozy. Tiene que hacer su Bad Godesberg, el congreso en el que el SPD alemán reconoció que vivimos en una economía de mercado. El PSF ha retrasado sin cesar esa mutación. Royal ha arreglado el terreno y ahora será más fácil. Si fracasa habrá preparado el terreno para Strauss-Kahn.
P.- ¿Jugará Bayrou un papel en la recomposición de la izquierda?
R.- Es complicado pero lo intentará. Aunque ha perdido casi todos sus apoyos.
P.- ¿Su balance de los 12 años de Chirac?
R.- No ha hecho nada. Ni siquiera ha osado reformar las 35 horas, que cuestan caro a la economía francesa. Con la edad se ha hecho timorato.