J. T. Delgado
Emilio Botín sigue salvando obstáculos en la carrera de ABN Amro. Desde que confirmó su condición de participante, el presidente del Santander siempre ha jugado con el viento en contra. Los gestores del grupo holandés le dejaron en la estacada sellando la fusión amistosa con Barclays. Y hasta la administración holandesa, poco dada al proteccionismo, alzó la bandera nacional contra el consorcio que defiende los intereses del banco español, Royal Bank of Scotland y Fortis. Pero las trabas no impedirán a los tres socios presentar su proyecto a los accionistas de la entidad con sede en Amsterdam, que son, a fin de cuentas, quienes mandan en ABN Amro.
Lo harán de inmediato. A partir de ese instante el mercado dará su veredicto. Porque las acciones del banco holandés flotan en Bolsa y sus propietarios no tienen por qué coincidir con la opinión del consejo de administración. De momento, el parqué está de lado de Botín y sus socios. Y la Justicia, en contra de los gestores de ABN Amro.
Desde los mínimos marcados en junio, nueve meses antes de abrirse la puja por el grupo holandés, las acciones del Santander se han revalorizado un 28%. En verano, los títulos se pagaban a 10,5 euros; este viernes, cerraron a 13,47. La subida es harto significativa, puesto que se produce en un escenario de incertidumbre para el banco. Se desconoce cómo financiará la compra de ABN Amro y en qué cuantía ampliará capital; y no está descartado que aparezcan otros competidores con contraopas más jugosas bajo el brazo. Sin embargo, el grupo cántabro ha mantenido el tipo en Bolsa.
La cotización de sus acciones apenas ha variado desde el pasado viernes 13, cuando el consorcio confirmó sus intenciones de compra. Aquel día, cerraron a 13,8 euros. Tampoco se han resentido a partir del día 26, cuando los tres aliados anunciaron que pretenden gastarse 72.000 millones de euros en la operación. Los títulos se han mantenido siempre por encima de la cota de los 13 euros.
Paradójicamente, quien ha dado el espaldarazo definitivo al consorcio ha sido la Justicia holandesa. El pasado jueves, un juzgado de Amsterdam paralizó el traspaso a Bank of America de LaSalle, la filial estadounidense de ABN Amro. En la práctica, la decisión judicial acarrea la interrupción temporal del proceso de fusión con Barclays. Y es que la desinversión de LaSalle, aunque fue presentada como una operación independiente, es la condición indispensable para que salga adelante el matrimonio con el grupo británico.
Barclays necesita venderlo para que le salgan las cuentas de la fusión. Y Santander, Royal Bank of Scotland y Fortis quieren comprar ABN Amro con LaSalle dentro. El banco ofrece demasiados atractivos como para renunciar a la absorción: es el mayor de Chicago, tiene negocios en 20 estados del país y está valorado en 15.500 millones de euros. La mejor prueba de su interés en LaSalle es que el consorcio está dispuesto a lanzar, si es necesario, dos ofertas paralelas: una por el banco estadounidense y otra por el resto del grupo. Y van en serio. Tanto que podrían materializarlas mañana mismo.
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