REAL MADRID 3
SEVILLA 2
Casillas
Cicinho
Ramos
Cannavaro
Torres
Emerson
Diarra
Beckham
Raúl
Robinho
Van Nistelrooy
Cambios: Guti por Raúl (min. 58)
Helguera por Torres (min. 58)
Palop
Alves
Ocio
Escudé
Dragutinovic
Poulsen
Maresca
Renato
Puerta
Kanouté
Kerzhakov
Cambios: Hinkel por Renato (min. 63)
Chevantón por Kerzhakov (min. 71)
Arbitro: Pérez Burrull
Tarjetas amarillas: Ramos, Torres, Hinkel, Beckham, Chevantón, Casillas.
Tarjetas rojas: Luis Fabiano (en el calentamiento). Robinho (min. 79). Ocio (min. 81)
Goles: 0-1: Maresca (min. 42). 1-1: Van Nistelrooy (min. 64). 2-1: Robinho (min. 78). 3-1: Van Nistelrooy (min. 85). 3-2: Chevantón (min. 92)
SANTIAGO BERNABÉU. LLENO.
MADRID.- Lleva el 14, como Johan Cruyff, y es suplente porque esto del fútbol no hay quien lo entienda y es terriblemente injusto. Pero cuando le dejan pista libre tira de compás y pierna izquierda, dibuja pases imposibles, abre autopistas en medio de la selva y se empeña en que su equipo gane la Liga. El Real Madrid firmó su mejor partido en el momento oportuno, ante un rival directo y con remontada, para incrementar el efecto escénico. Pero sólo encontró la luz cuando Guti encendió la linterna y descuartizó al cansado Sevilla con una exhibición de pases mortales y decisivos que dejan el torneo pendiente de un mano a mano.
Guti mandó parar y del 0-1 se pasó al éxtasis de un 3-1 merecido por un Madrid que no jugó a la contra, que esta vez sí quiso ser dominador y se llevó por delante a su rival. En el primero, dejó solo a Van Nistelrooy que, tras rebasar a Palop, fusiló con solvencia. En el segundo, se plantó delante de la media luna, detuvo el mundo, hipnotizó a Escudé y encontró el pase preciso para que Robinho iniciara el éxtasis. Y en el tercero, abrió para la carrera de Ramos por la banda y el posterior remate del pichichi holandés tras rechace de Palop. Con Guti a los mandos, el Sevilla se vio sometido y derrotado. Justamente, porque llegó fundido y le faltó altura. Ha querido abarcar más de lo que podía. Es grande, pero humano.
Ya antes de la explosión de Guti no lo estaba haciendo mal el Real Madrid. En su estilo, con riñones, esfuerzo, atención al detalle, bien pertrechado de músculo, a mil kilómetros del talento, sin calidad ni toque, pero con el orgullo a tope de revoluciones y con un punto de ambición y de soltura que le permitía incomodar a todo un Sevilla y hasta coleccionar más ocasiones y llegadas que su adversario. El traje de equipo grande que se han ido fabricando los andaluces en los últimos años sólo se notaba por su solvencia defensiva, por su seguridad cada vez que el balón rondaba su área, por ese Poulsen que parecía tener imán. Pero no por su descaro ofensivo. El Sevilla se había visto obligado a recular y a un fútbol directo que no casa con su estilo. El Madrid se le subió a la chepa.
Y sin embargo, en uno de los partidos más dignos del Madrid y en una de la noches más normalitas del Sevilla, el gol rasgó la red de Casillas. Fue al filo del descanso. Sacó una falta Ocio para que Kanouté, volcado a la izquierda, peinara hacia la frontal del área. Por ahí apareció Maresca, sorprendemente solo. El italiano aprovechó el despiste de los madridistas para conectar una espectacular volea que dejó sin respiración al portero blanco y en silencio a la grada.
Hasta ese momento, el Madrid se había sentido tranquilo y hasta dominador. Se vio volteado al principio por la autoritaria salida del rival, pero marcó la raya a base de estajanovismo y sudor. Emerson y Diarra, que están para lo que están, al menos cumplieron su misión de tapar vías de pase, incomodar a Kanouté e incordiar a un rival que pensaba en un partido totalmente controlado y se vio sometido a una lucha cuerpo a cuerpo.
El Madrid maquilló sus limitaciones con su atención defensiva y esperó a la opción de una jugada a balón parado, un pase largo de Beckham o algún invento de Robinho. Palop tuvo más trabajo que Iker. Se le apareció la Virgen en un córner que finalizó con un remate franco de Diarra que no entró de milagro y lució reflejos ante un duro remate de Emerson. El Sevilla se mantuvo con un aire funcionarial, sin grandeza y sin profundidad. Le dejó toda la derecha a Alves, con relevos constantes de Maresca, trató de poblar el centro del campo para manejar el partido y poner en evidencia las limitaciones del Madrid en tareas de creación.
Curiosamente, tuvo más llegada por la izquierda, gracias a la potencia de Puerta, pero su aspecto general fue de equipo conforme con el punto. Lo justo para darle vida a un Madrid que se fue creciendo progresivamente.
Es más, tras el descanso y pese al impacto del 0-1, el Madrid dio dos pasos al frente y vio cómo era su rival el que se refugiaba atrás en busca de una contra y con aspecto fatigado por el duro castigo de su larga temporada. El Bernabéu se encrespó, con razón, cuando el árbitro dejó sin sanción un claro penalti por agarrón de Kanouté a Ramos. No se arredraron los blancos ante la adversidad, sacaron fuerzas de flaqueza y fueron empujando progresivamente a su rival hacia la derrota. La remontada estaba en su punto de cocción.
Claro que también hacía falta que Capello inoculara un poco de fútbol en su fábrica de hormigón. Tenía que salir Guti por narices. El desplazamiento de Ramos a la derecha para tapar a Puerta y de Cicinho a la izquierda fueron movimientos añadidos a la revolución Guti. En medio de la locura, el árbitro ingresó en el psiquiátrico al expulsar a Robinho por celebrar el gol y a Ocio para compensar. El Sevilla, que perdió la opción del 1-2 cuando Alves arrojó al limbo y a Iker las dos jugadas de toque y velocidad de su equipo, no reaccionó ante las bofetadas y el gol postrero de Chevantón ya fue testimonial. La Liga pinta para un mano a mano.