La ambigua pregunta de Miguel Sebastián a Alberto Ruiz-Gallardón en un debate de anteanoche en TVE sobre su «relación» con Montserrat Corulla -presunta testaferro del cerebro de la corrupción marbellí José Antonio Roca- generó ayer una apasionada e intensa polémica, incluido un cruce de descalificaciones entre el PSOE y el PP.
Sebastián se dirigió a Ruiz-Gallardón exhibiendo ante la cámara una revista en la que figuraban varias fotografías de Montserrat Corulla en estos términos: «Le pido que diga si en algún momento ha mantenido alguna relación con alguna de las personas imputadas por la operación Malaya acerca de operaciones urbanísticas en la ciudad de Madrid».
El alcalde de Madrid reaccionó con indignación a la demanda de Sebastián y le acusó de «entrar en temas personales en su desesperación». Ayer, el aspirante socialista compareció ante los medios para explicar que su pregunta versaba exclusivamente sobre «la gestión como alcalde» de Ruiz-Gallardón y que él no tiene ningún interés en la vida privada de nadie.
Si Miguel Sebastián se hubiera dirigido a Ruiz-Gallardón en los correctos términos en los que se expresó ayer, nadie podría formularle el menor reproche. Pero Sebastián cometió dos graves errores. El primero fue mostrar la fotografía de Monserrat Corulla, lo que no podía ser interpretado más que como una insinuación de una hipotética relación sentimental del alcalde con esta abogada. Si se trataba sólo de urbanismo, ¿por qué no exhibió una foto de un edificio o el plano de un inmueble? El segundo fue preguntar por posibles favores inmobiliarios a Corulla y otras personas sin aportar la más mínima prueba y sugiriendo que podría haber existido un trato de favor.
El portavoz socialista en el Ayuntamiento de Madrid, Oscar Iglesias, defendió ayer a Sebastián y afirmó que Gallardón ha favorecido a Corulla en la tramitación de los proyectos urbanísticos del palacio de Villagonzalo y del frontón Beti-Jai. El desmentido del Ayuntamiento fue tajante, subrayando de forma bastante convincente que ha cumplido en todo momento con la legalidad.
Al que acusa le corresponde aportar la carga de la prueba. Por ello, Sebastián y el PSOE deben comparecer públicamente con los documentos que demuestren sus acusaciones. Si tienen constancia de algún delito, que lo denuncien a la Justicia. Pero lo que Sebastián no puede hacer es arrojar lodo sobre la honorabilidad de Ruiz-Gallardón sin aportar más que las fotos de una revista. Ayer se lo afearon implícitamente compañeros de partido como Rafael Simancas o expresamente dirigentes de IU como Angel Pérez y el propio Llamazares.
No deja de ser sorprendente que un candidato de la izquierda intente utilizar la vida privada de un adversario para desacreditarle, cruzando una frontera que ha sido generalmente respetada en nuestra democracia. El PSOE sólo tiene dos opciones: o demostrar sus acusaciones contra Ruiz-Gallardón o pedirle perdón y reconocer que ha sido injustamente difamado. Todo indica que tendrá que conformarse con esta segunda opción. Cuanto antes pida disculpas, mejor.
|